¿Cuántas veces ya aceptó a Jesús como su Señor y Salvador y no sucedió ningún cambio en su vida?
El problema es que usted Lo aceptó, pero no se entregó.
Aceptarlo o rechazarlo no hace ninguna diferencia.
Ninguna, mientras no haya una entrega total.
¿Cómo alguien puede aceptar a Jesús sin entregar su vida y, aun así, esperar la nueva vida?
Es imposible recibir una vida nueva sin renunciar a la vida actual.
Es imposible tener dos vidas al mismo tiempo.
El revestimiento del Espíritu de Dios está sujeto a entregarle la vida a Él total e incondicionalmente. ¡No a aceptarlo!
Ese es el motivo por el cual el SEÑOR manda:
“Revestíos con toda la Armadura de Dios…” Efesios 6:11
Toda la Armadura de Dios es la Plenitud de Dios, es decir, Su Espíritu.
En el mismo contexto, agrega:
“Tomad toda la Armadura de Dios…” Efesios 6:13
Para revestirse o tomar posesión de toda la Armadura de Dios es obligatorio entregarle o rendirle la vida al SEÑOR Jesús.
El Espíritu de Dios es el Espíritu de la Fe. La Fe que hace nacer del Espíritu; la Fe que hace ser espíritu; la Fe que hace posible que el que tiene un mal comportamiento sea una nueva criatura, llena del Espíritu Santo.
Sin embargo, esa Fe exige el sacrificio de la vida actual a cambio de la vida nueva ofrecida por el SEÑOR.
Revestirse o tomar toda la Armadura de Dios es una actitud puramente personal e intransferible de quien realmente quiere cambiar de vida.