“¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7.3)
Es muy fácil ver los defectos de los demás, pero ver los defectos de uno mismo no es tan fácil de reconocer.
No haga la obra del Espíritu Santo, Él está capacitado para ello, incluso ahora, Él sigue hablando.
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