En algún momento de la vida usted ya debe haber oído que alguien hacerle promesas, darle su palabra y, con el pasar del tiempo, dejar que desear. Cuando éramos niños, todos ya hemos participado en juegos en que dimos nuestra ‘palabra de honra’, demostrando con esta actitud, fidelidad y compromiso, aun sin la noción del significado, propiamente dicho.
Pero, además del juego, de las promesas en vano, de los sueños frustrados por palabras mal empeñadas, es la palabra de honra que marca toda la diferencia en la vida de una persona cuando ésta es cumplida.
Y tratándose del matrimonio, ésta es más valiosa, explicaba el obispo Edir Macedo a la multitud que asistió al Cenáculo de Santo Amaro, en San Pablo, el pasado domingo 16, a las 9.30 hs.
“¿Cómo restaurar su matrimonio? ¿Qué tipo de disciplina hará que usted tenga un matrimonio feliz y estable? ¿Cuándo comienza el matrimonio? ¿Con el acto de amor? ¡No! Comienza con la palabra. La palabra empeñada de uno para con el otro: obviamente esa palabra es de honra, pero si el sujeto o la mujer, no la tuvieran, ¿qué cree que va a suceder?”, indagó el obispo a miles de personas.
Según él, Dios no nos bendice por los méritos, sino a raíz de nuestra fe, es decir, cuando la manifestamos, lo que significa, cuando confiamos en Su Palabra, y hacemos de ella un modelo de cómo vamos a comportarnos; entonces, Él está obligado a cumplir Sus promesas.
“Eso se llama matrimonio, alianza. ¿Usted quiere construir su casa, su familia, casarse? Entonces usted tiene que elegir a una persona que tenga moral, carácter, palabra de honra”, orientó, haciendo una oración especial por los matrimonios presentes en el encuentro.