“(…) has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
(2 Timoteo 3:15-17)
Vea la importancia de lo que usted ha hecho diariamente. Usted ha meditado en la Palabra que puede hacerlo sabio para la salvación por la fe. Usted ha aprendido a analizar los versículos, a entender su significado y a conocer un poco más del Dios a quien sirve. ¿Cómo servirlo sin conocerlo?
Cuando el apóstol Pablo dice que la Escritura es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”, está hablando de andar en la disciplina del Reino de Dios. La Palabra de Dios nos enseña a eso. Él nos quita del desorden de una vida irregular y nos orienta en la disciplina en el Reino de Dios.
La vida con Dios exige disciplina. Nos lo exige, no para dificultarnos el camino. No para complicarnos de alguna forma, ¡al contrario! A pesar de que es necesario el sacrificio para encajar en esa disciplina, esta existe para nuestro bien. Necesitamos esta disciplina para tener condiciones de vivir la vida abundante, de bendiciones hasta que sobreabunden que Él promete. Necesitamos esta disciplina para poder administrar esta nueva vida. Esta hace que el hombre de Dios y la mujer de Dios sean perfectos y enteramente preparados para toda buena obra. Si usted anda en la disciplina de la Palabra de Dios, ya está enteramente preparado para toda buena obra.
Medite en la Palabra de Dios y ande en Su disciplina para experimentar lo que Él promete.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo