Los problemas para Marcela Ortega comenzaron en su adolescencia, como sus padres eran muy autoritarios ella se reveló y ese fue el desencadenante de su sufrimiento.
“Me echaron a la calle y empecé a vivir de casa en casa. En una de las tantas noches de salidas nocturnas conocí a Jorge, quien hoy es mi esposo. Entonces las cosas empeoraron aún más porque peleábamos mucho, éramos muy celosos. Los dos fumábamos y él tomaba alcohol. Recuerdo que nos peleábamos todos los días. Nuestras vidas eran un caos, nos separamos cuatro veces”.
Su esposo tenía el vicio del alcohol, no le importaba dejarla a ella y a sus hijas para salir a tomar con sus amigos, regresaba alcoholizado y la golpeaba. A veces se iba un viernes y regresaba a su casa recién el lunes. Ante esta situación Marcela decide irse de la casa, pues el matrimonio estaba destruido.
Cuando Jorge se dio cuenta de que estaba solo, pensó en suicidarse. Lo había perdido todo, en esos momentos recibió una invitación para ir a la Universal. Perseveró usando su fe y Marcela notó que había cambiado, entonces regresó a casa.
Ella también comenzó a participar de las reuniones y de la Hoguera Santa y encontró la solución a todos sus problemas. “Fueron quince años de sufrimiento, pero cuando me aferré a Dios empezamos una nueva vida, todo cambió completamente. Los dos cambiamos y ya no peleamos, en nuestra familia hay paz y alegría”, agrega.
Ella concurre a la Universal de Garín ubicada en Bournet 2646.
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