Puede ser que no seamos los más simpáticos.
Puede ser que no seamos los mejores comunicadores.
Pocos de nosotros somos afinados para cantar.
Ninguno de nosotros hizo un curso de expresión corporal ni de etiqueta.
El número de oyentes de nuestros programas de radio, de TV y la cantidad de personas presentes en nuestros cultos no nos impresiona ni nos desanima, pues aunque sean pocos los que nos oyen, hablamos como si estuviéramos predicando para el mundo entero.
Nuestro compromiso no es agradar, nuestro compromiso es decir la Verdad.
Vivimos la Verdad y creemos en la Verdad, pues es Esta la que libera.
Somos pastores de la Universal generados bajo severo rigor. Comprometidos y viviendo lo que predicamos. Empeñados en establecer el Reino de Dios dentro de cada persona que nos preste atención.
Todos los días, donde existe una Universal con sus puertas abiertas, un hombre de Dios trabaja en el cumplimiento de su deber con santidad, sinceridad y pasión. No nos importa el oro, sino el Altar. La renuncia es nuestro pan de cada día.
Creemos en lo que está escrito en la Palabra de Dios y por la fe vivimos sin preocuparnos por lo que sentimos o dejamos de sentir.
Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla…
Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. Ninguno estrechará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán. Joel 2:5-8
Ganar almas es nuestra misión y daremos nuestra vida por cumplirla.
Así somos nosotros, los pastores de la Universal.
¡Nuestra mayor gloria es servir a nuestro Señor!
Colaboró: Obispo Agnaldo Silva