“Cuando estoy en la iglesia siento una inmensa paz, pero cuando vuelvo a casa no siento lo mismo. ¿Cómo hago para tener en mi casa lo que tengo en la Casa de Dios?” – Amiga.
Respuesta:
“Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Mateo 21:13)
¡La Casa de Dios, hoy en día, es nuestro cuerpo, nuestra vida! Pero tiene que ser un cuerpo, una vida de comunicación con Dios.
¡Por eso, no debemos solo orar en la iglesia o cuando la situación aprieta! Usted tiene la oportunidad de mantener una comunión con Dios y de convertirse en Su Casa de Oración, independientemente de las circunstancias (y del lugar).
¡Solo nosotros podemos transformar la Casa de Dios (nuestro cuerpo) en Casa de Fieles, pues nadie más es responsable por nuestra vida, acciones, decisiones y pensamientos! Las personas pueden intentar influenciarnos, manipularnos o inducirnos al error, pero nosotros siempre tendremos el poder de decisión de ser Casa de Dios, o sea ¡CASA DE FIELES!
(*) Respuesta retirada del blog del obispo Julio Freitas
[fotos foto=”Thinkstock”]
[related_posts limit=”4″]