¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. Lucas 6:41-42
¡La regla de oro en la vida! Limpie bien su casa antes de criticar la suciedad de la casa del vecino. Tan obvio. Tan eficaz. Tan poco practicado.
Todos los problemas del matrimonio serían resueltos si las parejas tan solo siguieran esa regla. Y otros problemas familiares. Y los conflictos en el lugar de trabajo. Y las diferencias entre las personas de todas las clases, en todo lugar.
Pero, ¿por qué somos tan dispuestos y ávidos para encontrar defectos en los demás? ¿Y por qué somos tan ciegos a nuestros propios defectos? Es nuestra profunda carencia de sentir que tenemos valor. Desde que Adán y Eva pecaron y se eximieron de culpa, arrojándosela al otro, el ser humano sufre con esta carencia. En el fondo, sabemos que nos equivocamos, somos conscientes de que dejamos que desear, pero luchamos desesperadamente para que esta desnudez no nos sea descubierta. Por eso, nos conviene señalar los errores de los demás para que la atención salga de encima de nosotros.
Paradójicamente, el comienzo de la autovaloración y de ser valorizado por otros es reconocer nuestros propios errores. Experimente hacer eso y deje de incomodarse con la paja en el ojo de los demás.
Aplicación: Trabaje para quitar la viga de su ojo. Tiene suficientemente viga allí para mantenerse entretenido durante muchos años.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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