Santo quiere decir “separado”. No basta evitar las obras de las tinieblas, es necesario separarse de ellas y de los que las practican. ¡Eso es ser santo!
Mientras algunos cristianos en Pérgamo resistían firmemente al César, el gran zorro, otros se dejaban llevar por las zorrillas doctrinarias de Balaam y de los nicolaítas.
Esa mezcla conformaba la estructura de la iglesia de Pérgamo: los espirituales tolerando a los carnales y conviviendo junto a ellos, como si todo fuese muy natural.
Nosotros no creemos que un control de la conducta moral de los miembros de la iglesia deba ser llevado a cabo, siempre que sean sólo miembros. El líder espiritual de la iglesia mientras tanto, necesita ser firme en cuanto a que todos tienen la obligación de andar según la Palabra de Dios.
No importa si el miembro de la iglesia es rico o pobre, si es ilustre o desconocido, si colabora con buenas ofrendas o no, si tiene una conducta inmoral dentro de la iglesia, debe ser denunciado delante de la congregación, para que se arrepienta, o abandone la iglesia.
Si su conducta es inmoral fuera de la iglesia, pero no afecta a la congregación, cabe al Espíritu de Dios la responsabilidad de convencerlo del pecado.
Sin embargo, sea como fuere, el líder espiritual tiene la obligación de condenar al pecado, no al pecador, durante sus prédicas a los miembros.
No importa si el mensaje es contra los intereses personales de algunos, lo importante es dejar bien en claro que los que se inclinan hacia la carne van hacia la muerte eterna, y los que se inclinan hacia el Espíritu Santo van hacia la vida eterna.
El hombre de Dios jamás se deja influenciar por los recursos financieros de algunos, o incluso de todos, para predicar una palabra que sea de aceptación general. ¡No! Como siervo, él necesita esmerarse en predicar el Evangelio completo a toda criatura, y además de eso, enseñar a practicarlo.
La figura de Balaam aparece en la historia del pueblo de Israel, cuando atravesaba el desierto rumbo a la Tierra Prometida y había dispuesto el campamento en las campiñas de Moab, más allá del Jordán, a la altura de Jericó.
Balac, rey de los moabitas, tuvo miedo del ejército de Israel y, entonces, le pidió a Balaam que maldijera a Israel, probablemente a cambio de oro. Pero por orden de Dios, Balaam fue obligado a bendecir a Israel, y lo hizo por tres veces consecutivas.
Para no perder el pago de Balac, Balaam le aconsejó que no enviara un ejército más poderoso que el de Israel, sino mujeres jóvenes para que estuvieran en medio del pueblo de Dios (Números 22 al 31).
De esta manera, ellas pervertirían el corazón de los hombres contra Dios, haciéndolos comer cosas sacrificadas a los ídolos y practicar la prostitución.
Balaam sabía que una vez que el pueblo estuviera en pecado, su derrota sería sólo una consecuencia.
El pecado genera dudas, las dudas generan debilidad y la debilidad genera derrota. El Espíritu de Dios afirma: “…el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”, (Santiago 1:15).
El diablo sabe que nada puede contra los que son nacidos de Dios, pero siempre envía mensajeros para soplar ideas o pensamientos, aparentemente geniales, para corromper a quienes son de Dios.
Cualquier pensamiento que contraría la Palabra de Dios viene del diablo. Y cabe a quien es de Dios rechazarlo inmediatamente. Fue de este tipo de artimañas que el Señor previno a Sus discípulos, diciendo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación…”, (Mateo 26:41).
El propio Señor Jesús estaba permanentemente vigilando contra ese tipo de artimañas. La prueba de eso fue cuando Él comenzó a mostrar a los discípulos la necesidad de ir a Jerusalén, donde sufriría en las manos de los principales religiosos, lo matarían y resucitaría al tercer día.
“Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de Ti; en ninguna manera esto Te acontezca.
Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de Mí, Satanás!; Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”, (Mateo 16:22-23).
La verdad es que Pedro estaba lleno de buenas intenciones, y, movido por un sentimiento de pesar, intentó persuadir al Señor Jesús de los pensamientos y propósitos de Dios. Y el Señor fue duro en Su respuesta, y directo hacia el autor de aquella idea: Satanás. ¿Estaba Pedro poseído por Satanás? ¡No! Pero sí por la sugerencia satánica.
El fracaso de muchos cristianos se da por no reconocer inmediatamente el origen de las ideas, de los consejos y pensamientos que surgen en todo momento, y que normalmente son absorbidos y llevados a la práctica, sin que se evalúe si contrarían o no la voluntad de Dios.
Muchos desconocen el hecho de que el espíritu de Balaam se mantiene tan vivo en nuestros días como en los días en que Israel se dirigía a la Tierra Prometida. Sus consejos sutiles han llevado a mucha gente de Dios a la corrupción espiritual y, en consecuencia, a la muerte eterna.
Los nicolaítas eran compañeros de los discípulos de Balaam. “Nicolaíta” era una denominación griega de los discípulos de la doctrina de Balaam, que sustentaba las prácticas de comer cosas sacrificadas a los ídolos y de la prostitución.
Quizás sea difícil para el lector entender por qué la doctrina de Balaam era aceptada entre los que eran tan fervorosos, pero la verdad es que los nicolaítas difundían el pensamiento de que si el cuerpo material es destruido con la muerte física, entonces no tiene importancia su corrupción.
En la concepción de ellos, lo que valía era el espíritu, ¡este sí debería ser puro! Si evaluamos bien a la iglesia del Señor en los días actuales, no vamos a ver tanta diferencia, cuando existen los que se dicen evangélicos, que incluso hasta pregonan las relaciones sexuales antes del casamiento, cuando la Biblia está radicalmente en contra.
La verdad es que la iglesia vive días en los que se busca agradar a todo el mundo. Pocos son los líderes evangélicos que buscan preservar la sana doctrina, con el objetivo de la salvación eterna del pueblo.
Sí, porque muchos están interesados en el éxito económico, y por eso son capaces de hacer alianza hasta con el diablo, siempre que sus caprichos carnales sean satisfechos.
Balaam está comprometido con la llamada “Babilonia”, y su comportamiento es ambiguo: para los cristianos sinceros, predica de manera mansa y suave la Palabra de Dios, buscando conquistar sus corazones, pero fuera del púlpito asume el lobo que está en su interior.
Casi todos los países del mundo han estimulado la práctica de comer cosas sacrificadas a los ídolos. Los nombres y figuras de las entidades varían de país a país, pero la práctica es la misma. La obediencia es al mismo Satanás, y la desobediencia es al Único Dios Vivo y Verdadero.
En Brasil, por ejemplo, hay fiestas idólatras para cada día del año, hasta con ofrenda de alimentos, e involucran a los niños en las costumbres de las religiones africanas.
En medio de esas fiestas, aunque miles de personas mueran, especialmente niños, por ser atropellados, por accidentes y por “enfermedades inexplicables”, tal práctica diabólica permanece inalterable y ninguna autoridad toma una medida preventiva en ese sentido.
El Señor Jesús dejó bien claro que: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”, (Juan 8:47). Los que comen cosas sacrificadas a los ídolos no pertenecen a Dios, porque si fuesen de Dios jamás desobedecerían Su Palabra.
Esas personas están sujetas a la condenación eterna, igual que aquellas que practican la prostitución, el robo, la mentira, en fin, todo lo que la Biblia condena.
Pero el Señor Jesús advierte, tanto a los cristianos de la iglesia en Pérgamo como a los de ese tipo: “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de Mi boca.”, (Apocalipsis 2:16).