Este trastorno alimenticio llamado alcohorexia provoca la pérdida drástica de peso a través de la mezcla de dos conductas: los atracones o restricciones alimentarias con el abuso de las bebidas alcohólicas.
En lo que se refiere al trastorno alimentario, tiene que ver con la anorexia nerviosa, es decir, son chicas que se ven gordas estando flacas, obsesionadas por la delgadez y la dieta, con miedo terrorífico a engordar. Por eso reemplazan las calorías que aporta una comida por las calorías que aporta el alcohol. Así pues, quienes la padecen dejan de comer para poder beber la cantidad de alcohol que deseen sin preocuparse por el peso, teniendo a la bebida como única fuente nutricional.
Este nuevo trastorno alimentario afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres. Las motivaciones que hay detrás de esa enfermedad pueden ser evitar ganar peso, emborracharse más rápido y ahorrar dinero para comprar bebidas alcohólicas.
Las adolescentes son el grupo más vulnerable. En los Estados Unidos se estima que el 30% de las personas de 18 a 24 años saltean comidas para tomar alcohol por la noche. También se estila restringir la alimentación durante los días de semana para tomar alcohol el fin de semana. Si bien en la Argentina todavía no hay estudios realizados, la tendencia se encuentra en aumento a nivel mundial.
Mariela Cruz sabe lo que es la alcohorexia porque la vivió en carne propia. Llegó a pesar 33 kilos y, aún así, seguía viéndose gorda. “Yo sabía que el alcohol engordaba, por eso no comía para poder tomar”, cuenta esta mujer que empezó a sufrir desde muy chica.
A los 13 años ya fumaba y a los 15, consumía marihuana. Con el paso del tiempo, Mariela veía en la droga y el alcohol una forma de huir de sus problemas, “eran mi escape. Para colmo, a los 18 años empecé a trabajar. Ya contaba con mi propio dinero, por eso me fui a vivir lejos de mi familia. No quería saber nada de ellos, ni siquiera me importó que a mi madre le hubieran detectado cáncer. Sola, con los que se decían mis amigos, conocí la cocaína, la droga que me ayudaba a bajar de peso, porque al verme gorda, consumía en vez de comer. Llegué a estar 15 días sin ingerir alimentos, solamente consumía cocaína”, confiesa.
Ese comportamiento le trajo consecuencias, como la pérdida de su trabajo. “Me endeudé muchísimo, compraba cosas con la tarjeta de crédito para poder venderlas y así comprar droga”, dice Mariela, quien después de varios intentos de suicidio y de una internación en un neuropsiquiátrico decidió volver a la casa de su madre buscando ayuda. “Encontré a mi mamá curada de cáncer y dos días después me llevó a la Universal. Tras participar de la primera reunión pude dormir bien después de muchos años y no tuve más deseos de consumir alcohol ni drogas. Haciendo las cadenas de oración en la Iglesia pude curarme de la anorexia nerviosa y conseguí trabajo. Hoy tengo paz y disfruto de sentarme a comer con mi familia. Soy feliz gracias a Dios”.
Martes a las 8, 10, 16 y principalmente a las 20hs en Av. Corrientes 4070 – Almagro
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