Parece ilógico, que existan tantas personas que se hieren para sentir algo, aunque sea dolor. Cuando la tristeza, la angustia, la soledad y la sensación de vacío se vuelven tan grandes muchas personas recurren a estas prácticas para intentar sentirse mejor.
La automutilación es una conducta por la cual una persona se hace daño a sí misma a propósito. Estas personas se autolesionan y sucede más en las mujeres que en los varones. Si bien, la persona que se autoflagela no tiene la intención de suicidarse, corre mayor riesgo de intentar suicidarse si no consigue ayuda.
La automutilación tiende a comenzar en la adolescencia y primeros años de adultez. Algunas personas pueden autoflagelarse algunas veces y no hacerlo más. Para otras se vuelve un vicio, no pueden detenerse aunque lo intenten.
Quienes se automutilan lo hacen de diversas formas:
• Se cortan (con una navaja, un cuchillo o cualquier objeto lo suficientemente filoso para cortar la piel).
• Se dan puñetazos a sí mismos o contra un objeto (como a una pared).
• Se queman con cigarrillos, fósforos o velas
• Se tiran y se arrancan el pelo
• Se Introducen cosas a través de los orificios del cuerpo
• Se quiebran los huesos o se golpean hasta tener moretones
Las personas que tienen esta conducta alegan que les da una sensación de alivio. Otros, se cortan como una manera de lidiar con un problema. Algunos dicen que cuando se autoflagelan están tratando de detener sentimientos de soledad, enojo o desesperanza.
Muchas veces estas personas, a pesar de la ayuda psicológica y del entorno familiar, no logran encontrar el alivio que buscan y llegan a hacerse heridas de gravedad. Con el tiempo si no encuentran lo que están buscando es posible que lleguen a recurrir al suicidio. ¿Qué hacer cuando no se encuentra alivio para el alma?
El obispo Macedo dice que el vacío que una persona siente no es más que la necesidad de Dios:
“No es la falta de amor o de las cosas superficiales de la vida. No es tristeza ni alegría. Pero la sensación incomoda, es cruel, parece que hay un agujero en el pecho que crece cada vez más. El alma se inflama como un globo. Ni el mejor status social minimiza el dolor. Algunos llaman a eso angustia, otros depresión o vacío interior.
Desde el punto de vista espiritual, el vacío del alma no es nada más que la sed de Dios.
Así como un automóvil necesita combustible para andar, algunos aparatos necesitan electricidad para funcionar y el cuerpo necesita alimentos para mantenerse en pie, la presencia de Dios es lo que llena el alma y le da sentido a la vida.
El automóvil no funciona con comida, los aparatos eléctricos no funcionan con nafta y el cuerpo no sobrevive con descargas eléctricas. Del mismo modo, el alma sin Dios perece.
Su vacío es un grito de desespero. ¿Dónde encontrar refugio o medicina que conforme a sus necesidades?
La Palabra de Dios tiene la respuesta:
‘La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma…’, (Salmos 19:7).
‘Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo…’, (Salmos 42:1-2).
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