A causa de Su naturaleza espiritual, Jesús era Un Indignado. Y no podría ser diferente.
A fin de cuentas, por ser poseído por el Espíritu de la Justicia no Se inclinaría al reinado del espíritu de la injusticia.
Todas las personas poseídas por el Espíritu de Dios cargan en sí mismas la indignación contra los espíritus de la corrupción espiritual y moral.
Para ellas, es inadmisible tener el Espíritu de Dios y, al mismo tiempo, estar sujetas a las injusticias que, en el fondo, en el fondo, proceden del infierno.
El permiso Divino en esto no es señal de Su voluntad. Al contrario, Dios ha permitido la acción de los enemigos de la justicia para que Sus hijos, hijos de la Justicia, se indignen, luchen y prevalezcan contra ellos.
Eso despertará la fe de los sinceros engañados. Los hará ver que hay Un Dios Vivo y Todopoderoso listo para librarlos.
Así fue en el pasado. La Tierra Prometida no fue un regalo. A pesar de su promesa garantizada, tuvo que ser violentada. Quiere decir, su conquista costó muchas vidas. No obstante, a medida que los hijos de Israel daban un paso adelante, se apoderaban de aquel espacio.
La presencia de Dios con ellos no significaba que la jornada sería fácil. Hoy en día no es diferente. Conmigo no ha sido diferente.
Tan cierto como que Dios existe, sé que Él está conmigo. Sin embargo, nunca, jamás y en ningún momento, encontré facilidades en mi camino.
Usted mismo conoce por lo menos a una persona que me odia gratuitamente, ¿no es así?
Hace muchos años, un bello día, incluso reclamé diciendo: “Señor, todo ha sido muy difícil para mí. Tú sabes por quién lucho y no Te son ocultos mis objetivos. ¿Por qué tantas barreras e injusticias?”
En aquel mismo instante, el Espíritu Santo respondió: “La lucha es grande, pero la victoria es segura.”
Inmediatamente recobré las fuerzas y me lancé a todo o nada. A fin de cuentas, no tenía ni tengo nada que perder.
Por lo tanto, ahí va un mensajito a mis perseguidores: ¡yo voy a vencer! Y cualesquiera que sean las leyes para intentar impedírmelo, les servirán de apoyo a mis pies para subir más alto todavía.
Y, si mi Señor permite que ustedes me maten, sepan que las semillas sembradas fructificarán mucho más que cuando estaba vivo.
¡Sean bendecidos los que asumen la fe viva en el Dios Vivo!
“Dios es Juez Justo, y un Dios que Se indigna cada día contra el impío…” Salmos 7:11