La humanidad piensa en conquistar, en explorar nuevos espacios, en saber lo desconocido, en cumplir las metas que estableció, en conocer nuevos lugares y a nuevas personas. Sin embargo, no todos piensan en la muerte, tampoco se preparan para ese momento.
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Marcos 8:36
No se puede vivir en las ilusiones de este mundo y conquistar la Salvación, porque ambas opciones no se pueden combinar. La persona que tuvo el nuevo nacimiento y que desea disfrutar los derechos de la vida abundante que el Señor Jesús prometió, corre el riesgo de perder su Salvación si se aventura por un camino lejano al espiritual.
El peligro reside en que el alma busca incansablemente deleitarse con lo que el mundo le ofrece. Por ese motivo, muchos no quieren sacrificar sus sueños o sus deseos personales por una eternidad junto a Dios. A fin de cuentas, es más fácil conquistar las cosas materiales de este mundo que mantener la Salvación.
Una guerra interna
El alma tiene un valor inestimable. Como el diablo lo sabe, le propone y ofrece los encantos de este mundo con el fin de corromperla. En cambio, Dios le da la oportunidad de ser salvo. De estas dos propuestas se produce un conflicto interno que nunca se acaba: la carne contra el espíritu y viceversa. A pesar de ello, serán sus decisiones las que harán que una de las dos prevalezca.
¿Dónde pasará la eternidad?
Antes de enfocarse en las conquistas terrenales, busque invertir sus fuerzas en lo que realmente importa: la Salvación de su alma.
El día que usted parta de este mundo, ya no importarán las buenas acciones que haya hecho mientras estaba vivo, sino su condición espiritual al momento final de su vida.
“Más si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá.” Ezequiel 18:24.
Vigile constantemente. Ese día, de seguro llegará.