Si Dios sabía que Abraham correspondería a la prueba de sacrificar a su hijo Isaac, ¿por qué lo probó?
Dios lo probó para dejarle claro a la raza humana que cualquier persona está en condiciones de amarlo y creer en Él, aunque sea llevada a los límites del sentimiento.
Abraham no había nacido del Espíritu, no estaba bautizado con el Espíritu Santo, no poseía la unción del Espíritu, como los profetas y algunos reyes de Israel, en fin, Abraham era simplemente un hombre común como cualquiera de nosotros. Aun así, fue capaz de superar los llamados del corazón para obedecer a Dios.
Ahora bien, si eso fue posible con Abraham, entonces todos los demás seres humanos podrían pagar el precio de negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguir a Su Hijo Jesús.
En el sacrificio de Jesús, los incrédulos pueden alegar que Él era Dios y que por eso podía superar los llamados de la carne.
La actitud de fe de Abraham también responde a los que arman una montaña de excusas para negar la fe en Jesús y rendirse a los caprichos de la carne. El hecho es que el Señor jamás pidió o pedirá algo en lo que no pueda ser atendido.
Cuando dio al siervo un talento, obviamente, esperaba que él lo multiplicara. Pero, en vez de eso, él lo escondió y encima alegó:
“… Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra…” Mateo 25:24-25
No hay siervo de Dios sin talento. Lo que sí hay son siervos malos, negligentes y recelosos, que a pesar de ser talentosos, esconden sus talentos. Estos serán lanzados fuera, en las tinieblas. Allí habrá llanto y crujir de dientes. Mateo 25:30