Querer más y mejor es una característica humana. Esta ambición es natural para la evolución de nuestra vida, pero con ella, muchas veces, ocurre un efecto secundario: muchos tienden a apegarse a los bienes que poseen, como el auto, la casa, el celular, los muebles, las joyas, la ropa, los zapatos o incluso recuerdos, que pueden llegar a ser destructivos.
Para hacerle frente a esta situación, muchas personas hacen, puntualmente, al final o al principio del año, las famosas limpiezas para desechar lo que no les sirve más y desprenderse. Otras toman esta actitud sin elegir fechas específicas para esta tarea.
La comerciante Erika Oliveira de Melo, de 38 años, actúa de esta forma. “Soy madre de cinco hijos y mi marido y yo tratamos de estimular en ellos esta práctica. Una de mis hijas, Raíssa de 10 años, le encantaba un vestido cuando era más pequeña, pero llegó el momento en el que no le sirvió más. Al principio ella se resistió un poco, pero después entendió que la prenda se la daría a otra persona, en vez de dejarla guardada en el cajón.” Erika cuenta que, con los otros hijos no es diferente. “Siempre hago limpieza, junto algunas bolsas de ropa o juguetes en buen estado y se los dono a alguien. Con el cochecito de bebe de mi hijo Gustavo, de 1 año y medio, fue así. Otra persona lo recibió y está usando algo casi nuevo, pero a nosotros ya no nos servía”, dice.
Para Karin Cristina da Silva, psicóloga, de 47 años, que trabaja en el área clínica, donar, vender o descartar algo que no tiene más utilidad es una renovación de vida. “Es una manera de abrirse a lo nuevo, de no aferrarse a los bienes materiales. Vivimos en un tiempo donde no debemos desperdiciar. Hacer que los objetos que no utilizan más circulen es también una forma de ser más sustentable”, evalúa.
Según la especialista, el apego es una característica que algunas personas poseen y que puede ser perjudicial a la salud. “El apego exagerado a los objetos puede tener consecuencias psicológicas negativas, generando futuramente compulsiones innecesarias. Es muy peligroso, ya que nos pone ante la inercia, por el miedo de actuar y renunciar a algo que puede llevarnos a la obsesión y funcionar como un estímulo para el sufrimiento”, alerta.
Para la psicóloga, vivimos en un mundo en el que existe un gran atractivo por el consumo. Desapegarse por lo tanto, es una manera de reorganizar nuestro espacio y nuestra mente. “Aferrarse a algún objeto de manera excesiva o a una historia del pasado daña más de lo que hace bien. Lo que me hizo bien ayer no necesariamente me beneficiará en el presente. Debemos elegir las prioridades para tener salud mental”, recomienda.
La auxiliar administrativa Aline Lopes de Lima, de 26 años (foto de al lado), pasó por una situación de apego, cuando se mudó de Porto Alegre a la capital de San Pablo hace tres años. Ella estaba apegada a los padres. “Vine a hacer un curso en San Pablo y terminé consiguiendo trabajo. No volví más. Ya vivía sola antes de mudarme a esa ciudad, pero de cierta forma, extrañaba esa vida que llevaba con mis padres. Me desanimó extrañarlos y adaptarme a la forma de hablar y al ritmo de vida que se lleva aquí”, cuenta.
La joven revela que hubo situaciones difíciles, pero que aprendió a lidiar con los problemas. “Hubo momentos en los que la falta de ellos pesaba más, pero los dos siempre me apoyaron en mis decisiones, buscando ayudar a sustentar mi determinación de estar aquí, incluso en las conversaciones por teléfono. Yo también busqué ajustarme y todos los años intento ir a visitarlos después del carnaval, porque es más tranquilo viajar fuera de ese período.”
Para la psicóloga Karin, la actitud de Aline es una buena manera de ejercitar el desapego. “Las personas apegadas pueden presentar diversos problemas, como ansiedad, fobia, depresión, o vivir el eterno miedo de perder y no saber lidiar bien con la pérdida. El apego nos hace muy dependientes de las cosas, pero, cuando aceptamos que nada es eterno y permanente, aprendemos a disfrutar mejor la vida”, concluye.
5 consejos para descartar lo que no sirve más
1- Es muy importante tener un objetivo definido antes de comenzar. La necesidad de mudarse a una casa menor, por ejemplo, es un estímulo. Cuando el objetivo está claro, es más fácil saber lo que realmente es importante.
2- Haga una limpieza de ropa y objetos y no sobrevalore lo que tiene. Usted puede, incluso, vender lo que no sirve más. Una sugerencia es hacer un bazar en su casa o publicarlos en las páginas de ventas para divulgar sus productos.
3 – Otra buena salida es ejercitar la gentileza y donar lo que ya no se utiliza más. Tire a la basura todo lo que está feo, roto, lleno de bolitas o manchado. Usted no lo usa de ninguna manera, no piense que otra persona lo usará.
4- Usted puede separar lo que no le sirve más por categorías, lo que también lo ayudará en el momento de hacer donaciones: ropa de invierno o de verano, zapatos, accesorios, libros o revistas y juguetes de niños, por ejemplo.
5- Arriésguese y pruebe cosas nuevas. Permítase vivir lo inesperado. Usted tiene el poder de dominar sus sentimientos y pensamientos. Entienda que no todos ellos son buenos y deben cultivarse. Deje de lado lo que no sirve, lo que le hace mal.
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