“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” 1 Pedro 5:8
No es de extrañar que el Señor Jesús haya comparado al diablo con el león en el versículo anterior. Oportunista y extremadamente organizado, el felino tiene atributos peculiares que no se pueden encontrar en otro animal. Con un rugido, que puede escucharse a 8 kilómetros de distancia, el mamífero tiene un olfato, vista y oído agudo, también logra ser veloz corriendo hasta 50 kilómetros por hora. Carnívoros, los leones pueden cazar solos, pero sus habilidades de eximios cazadores se destacan en grupo.
Todas estas particularidades los hacen merecedores del título “rey de la selva”, que dominan, atemorizan y cazan para fortalecerse. Espiritualmente hablando, son exactamente las “mismas” estrategias que nuestro adversario utiliza para “devorarnos”.
Presa débil
Atento y discreto, el león vigila a sus presas. Su objetivo principal es atacar a la más débil. Para eso, él estudia cada movimiento de la víctima, analizando incluso, sus puntos débiles. Con una paciencia admirable, él ataca en el momento justo. ¿Y no es lo mismo que el diablo hace? A él, no le importa si va a lograr destruirlo ahora o dentro de cinco años. Lo importante es la conquista en sí. El mal no mostrará señales que está al acecho. Por el contrario, será lo más discreto posible. Por esta razón, el Señor Jesús nos aconsejó que seamos conscientes y vigilantes.
Como un gran estratega, el león, por ejemplo, al atacar a una manada de cebras, que pasta tranquilamente, ya sabe que mientras los animales más fuertes están en el centro del grupo, los más frágiles – viejos, enfermos, cachorros -, están alrededor. Una persona débil espiritualmente, acostumbra a excluirse, muchas veces convencida por el peso de la culpa y de las acusaciones impuestas por el diablo. Por otro lado, las que están fuertes, quieren involucrarse al máximo con la “manada”, es decir, con las cosas de Dios.
Protección
El siguiente video fue grabado durante una visita a un zoológico de Ohio, región centro este de Estados Unidos. Al enfrentar a una leona en una jaula de vidrio, el pequeño niño aparece en las imágenes riendo y sorprendido por la actitud del animal, que intenta a toda costa animarlo a que se acerque al vidrio. “Estoy jugando con ella”, dijo inocentemente el niño al repetir los movimientos de la leona.
Vea a continuación:
Cuando estamos fortalecidos espiritualmente, el mal hasta puede rugir y tratar de atacarnos, pero él sabe que todos sus esfuerzos serán en vano, después de todo, estamos blindados, como aquel vidrio. Tenemos la protección inquebrantable de Dios.
¿Cómo librarse del depredador?
La presa no tiene que conformarse con el ataque, sino que puede tomar una actitud y reaccionar, ¿cómo? Vigilando, es decir, manteniendo los ojos atentos a cualquier propuesta que le desvíe de su enfoque espiritual. Cerrando brechas y posibilidades, que usted ya sabe que pondrán su vida espiritual en riesgo.
“Absteneos de toda especie de mal.” 1 Tesalonicenses 5:22
Huya, literalmente, de toda la apariencia del mal. Un depredador no podrá atacar a una presa que está vigilante.
Si usted se da cuenta que las adversidades de la vida han debilitado su fe y necesita ayuda para cambiar eso, vea aquí la dirección de una Universal más cercana a usted y participe de una reunión.
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