Este pasaje bíblico es breve pero poderoso. Son muchos los aprendizajes que podemos extraer de él. Por eso, analizaremos lo ocurrido por partes:
El objetivo: revelar la gloria del Padre y del Hijo
El propio Señor Jesús deja en claro el motivo de la muerte de Lázaro: “… esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Juan 11:4.
Esta afirmación nos ayuda a comprender cuál es la intención del Altísimo cuando Él nos bendice. En otras palabras, es para que glorifiquemos Su nombre a través de nuestras vidas.
Dios actúa a Su manera
Incluso, tras recibir esta noticia, el Señor Jesús permaneció sin ir al sepulcro de Lázaro durante dos días (Juan 11:2.6).
Es curioso notar que el apóstol Juan deja en evidencia que Cristo no era insensible, sino que tenía un propósito que cumplir. Juan hace una observación personal, en el versículo 5 de este capítulo, en el que afirma que el Señor Jesús amaba a esa familia.
“La tardanza del Señor en atender el llamado para socorrer a Lázaro tenía un propósito. Al sanarlo, el Señor Jesús sería glorificado; pero, al resucitarlo, sería reconocido y exaltado como Hijo de Dios. ¿Quién podría responder por la muerte de alguien que estuvo sepultado durante cuatro días?”, Explica el obispo Edir Macedo en una de sus anotaciones bíblicas.
No siempre la voluntad del Altísimo se manifiesta cuando la esperamos. Por ese motivo, no sirve de nada que estemos ansiosos por las respuestas del Eterno. Lo mejor que podemos hacer es permanecer en el centro de Su voluntad.