No encontramos un equilibrio en cualquier lugar, tampoco podemos adquirirlo en la tienda de la esquina. Si no lo tenemos es como si nos faltara algo para poder mantener las riendas de la situación y para recuperarnos de cuando se nos mueve el piso cuando algo se descontrola.
El equilibrio genera armonía y crecimiento, mientras que el desequilibrio conduce a la caída y, muchas veces, a traumas. El problema es que nuestra naturaleza se mueve entre esos dos extremos.
Ser una persona que se mantiene actualizada e informada es muy provechoso, aunque ser una mujer que solo tiene esa clase de contenido es un desastre. No es bueno vivir con exceso de información, tampoco vivir alienado. Ser una persona sensible para percibir el sufrimiento ajeno nos permite ofrecernos a ayudar, eso es excelente, pero ser sensible al punto de llorar por todo, ser débil, tener problemas para manejar las emociones es todo un problema.
Cuando pensamos en la palabra equilibrio, nos imaginamos a un equilibrista de circo andando sobre la cuerda y dejando a todos boquiabiertos por su habilidad. A pesar de todas las fuerzas que se oponen a su equilibrio, él sigue andando.
Con moderación
La Biblia nos dice que es muy importante el equilibrio en 2 Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” En otras palabras, Dios nos dio Su espíritu para que tengamos equilibrio.
Analícese y vea en qué punto usted está siendo desequilibrada:
¿No logra vencer la obesidad porque come de más?
¿Busca encajar en un padrón de belleza y no come lo suficiente?
¿Hace cualquier cosa en nombre de su apariencia?
¿Su autoestima no tiene estabilidad?
¿No logra controlar sus emociones?
¿Sufre por su ansiedad?
¿Se desmorona ante las decepciones?
¿Duda en todo momento?
Si sus respuestas son afirmativas, usted está perdiendo, no se está sintiendo completa consigo misma y no se encuentra a sí misma.
Podemos encontrar en Dios la orientación justa para no ceder a los pensamientos que nos impulsan hacia la falta de equilibrio. A fin de cuentas, lidiar con los desafíos y saber manejar los conflictos que surjan dentro y fuera de nosotros es una decisión que debe tomar cada uno.
Para alcanzar el equilibrio, hay que saber lidiar con la razón y la emoción, cuando usted es equilibrada, va hacia aquellos que le hace bien.
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