En la noche del día miércoles, el obispo Edir Macedo, durante la reunión realizada en el Templo de Salomón, en San Pablo, reveló el motivo por el cual tantas personas son fracasadas en sus vidas.
“Por no entender lo que Dios quiere realizar en su vida, Él no puede interferir en ella, sin su entrega total”, comenzó.
El obispo dejó en claro que esta decisión no depende de los demás y que tampoco es cuestión de haber nacido “con suerte o con mala suerte”. También señaló que Dios no nos llamó para vivir una vida mezquina, miserable y con pequeñas soluciones. “Dios lo llamó a usted, como un día me llamó a mí, para hacer con usted, como mínimo, lo que Él hizo conmigo, ¡porque yo no soy mejor que usted!”, afirmó.
Sin embargo, para eso, el obispo dejó en claro que tuvo que tomar la siguiente decisión: servirlo con su vida, con el fin de que Dios pudiera ser glorificado. Y eso se materializó a través de una alianza entre él y Dios.
Como resultado, hubo un cambio, como del agua al vino, en su vida. Por supuesto que todo eso no sucedió de la noche a la mañana. “Lo mismo Dios espera de cada uno de nosotros. Porque, mientras usted no se entrega, Él no puede hacer nada en su vida”, enfatizó.
Y añadió que la entrega es diferente de creer en Dios. Solo se entrega el que cree en Él. “Creer es como estar de novio. Creer involucra palabra, lealtad, entrega; asumir a la persona en la que usted cree.”
Generados por Dios
Para entender mejor cómo se da esa transformación de vida, el obispo explicó que el origen de todo el fracaso empezó en el jardín del Edén. Cuando Adán se corrompió, toda la humanidad pasó a nacer con una identidad contraria a la que Dios había planeado. Ahora era corrupta, fracasada, indignada contra el Creador y rebelde. Nacía, entonces, el “alma viviente”.
“El alma viviente es un sentimiento, una carencia, es ser rehén del propio corazón. Todo en la vida de esa persona abarca sus codicias y deseos.” Ella es comandada por el corazón, y este, como dice la Biblia, es engañador y perverso (Jeremías 17:9).
Mientras la persona sea “alma viviente” será fracasada, porque su naturaleza está destinada al fracaso; pues ella es carnal.
No obstante, Dios no nos hizo para ser almas vivientes.
El apóstol Pablo explica eso:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” 1 Corintios 15:45-49
Solo el Espíritu Santo hace de una persona una nueva criatura. Porque los que son nacidos de Él son generados por Dios y ya no son más almas vivientes, sino espíritus vivificantes.
“… Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” Romanos 8:9