Una cosa tan simple pero tan ignorada en muchas relaciones: la gentileza.
No es porque convive con esa persona que usted puede ser rudo, áspero, grosero en el hablar y en el trato. Al contrario, exactamente porque el compañero es quien más tolera nuestros defectos, le debemos toda la gentileza, la consideración y el respeto a esa persona.
Pruebe adoptar esta regla en su relación: NUNCA tratar a la persona amada con falta de delicadeza o grosería.
Usted puede conseguirlo. No cuesta nada. Y cambia mucho.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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