¡Qué frase! ¡Y qué responsabilidad!
Hacer que nuestras palabras coincidan con nuestros hechos, lograr que cuando alguien mire hacia nuestra vida, sin necesidad de que abramos nuestra boca vea reflejado lo que somos y quiera imitarnos y seguirnos. No hay mejor forma de enseñar que con el propio ejemplo.
No podemos pretender enseñar lo contrario de lo que practicamos, no podemos comunicar algo con palabras vacías que no se basan en una contundente realidad de vida.
Muchas veces, podemos decir cosas totalmente correctas, empleando las palabras más adecuadas, y aconsejar muchas formas de actuar apropiadamente, pero “a las palabras se las lleva el viento”. Lo más importante no son nuestras palabras, sino nuestros hechos y nuestros actos, nuestra conducta y nuestro comportamiento.
Eso sucede en la educación de los hijos que, durante toda su vida y al educar a su descendencia, recordarán cada ejemplo que sus padres les hayan dado y lo transmitirán (tanto los buenos como los malos).
Y eso sucede también con las personas a las que queremos acercar a Dios. Si ellas ven en nosotros el ejemplo de nuestra vida, nuestra conducta, nuestro comportamiento de buenos cristianos, que no solo dicen conocer a Dios sino que Lo reflejan, que Lo testimonian en su proceder, no solo querrán seguirnos, y siguiéndonos saldrán de las tinieblas, sino que también ellos aprenderán a predicar con el ejemplo y generarán otros hijos con ese infalible sistema. Y la cadena será interminable.
Quienes influyeron más profundamente en mi vida fueron hombres y mujeres de Dios cuyas vidas se caracterizaban por su santidad y semejanza con Jesús. Era tan fuerte lo que mis ojos veían en ellos que no podía desear otra cosa que no fuera seguirlos, porque sabía que me iban a guiar hasta Él.
Ahora, ese sistema también lo conoce quien quiere predicar con el ejemplo del mal y guiar a los que lo ven hacía destinos inciertos.
Por eso, propongo agregar una palabra para transformar a este famoso dicho popular, y hacerlo de uso obligatorio en nuestro diccionario cristiano, para que lo usemos todos los días de nuestra vida: “Predicar con el buen ejemplo”.
Y la Universal es así “Predica con el buen ejemplo”. Porque no existe otro camino para construir un mundo mejor.
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