Despertamos todos los días corriendo para cumplir con nuestras obligaciones personales: trabajo, casa, hijos, pagar cuentas. Todo bien, eso es común a todos los seres humanos. Pero, ¿hasta dónde buscar un salario mejor o un ascenso profesional vale la pena?
Una película llamada “El Príncipe del Desierto”, trata justamente de lo que la ambición y el dinero pueden traer, pero también pueden llevar.
Dos líderes de pueblos diferentes se enfrentan y, al final de la batalla, acuerdan que no pelearán más por la tierra que está en medio de sus pueblos, llamada Faja Amarilla. Para firmar ese acuerdo, el líder vencedor debe tomar como rehenes a dos hijos de su enemigo.
El problema es que descubren que la tierra está llena de petróleo y esa información llega a los oídos del grupo que ganó la batalla, el más ambicioso de los dos, y así comienza la historia.
Lo que llama la atención es que, aunque después de que el otro líder se entera de que la tierra reservada era tan rica, no quería pelear por ella, sino que solamente deseaba que el acuerdo entre ellos no fuera deshecho, sin embargo, la codicia hizo que se iniciara una nueva guerra.
Los líderes tienen pensamientos antagónicos: uno le da valor a las palabras y a su vida sin lujos y el otro quiere cambiar su vida, aunque para eso tenga que pasar por encima de un acuerdo de paz.
¿Cuál es el límite?
¿Hasta dónde usted está dispuesto a ceder por tener cada vez más? ¿Lucharía de igual manera para llevar una palabra de fe y paz a otras personas, aunque eso le costara tener una vida más simple?
¿En qué está perdiendo su tiempo? En ganar más dinero o en mantener a los amigos cerca? ¿Qué es más importante, tener y ser más o tener a su familia más cerca y ser más humano?
Claro que crecer, conquistar y tener más posesiones no es malo, pero lo más importante es tener equilibrio en todo y no poner las cosas por encima del amor y de un envío de Dios.
El final de la película muestra exactamente que eso puede tener un equilibrio, que tener más puede estar unido a ser más, pero la ansiedad nunca puede estar por encima del amor, de la familia y de los valores humanos.
Piense y frene su ambición.