Jesús aprovecha la enfermedad y muerte de Lázaro para mostrar Su superioridad sobre ambas. Note cómo Jesús demora intencionalmente para atender el llamado de Marta y María para socorrer al hermano enfermo. A veces no entendemos por qué las respuestas a nuestras oraciones tardan o nunca llegan como queremos. Pero los que confían en la sabiduría y en el plan mayor de Dios, siempre reciben la mejor respuesta.
Jesús tuvo una reacción un tanto extraña en los versículos 33 y 38 al encontrarse con la muerte de Lázaro, sus hermanas y los judíos que allí lloraban. Dice que Jesús “Se conmovió mucho en espíritu y Se perturbó”. El original griego usa una palabra muy fuerte para describir eso, enebrimesato, que tiene el sentido de “reprender fuertemente, enojarse, con enojo en el espíritu.”
El sentimiento que usted normalmente espera tener al oír que alguien muy querido murió es de tristeza. Pero Jesús Se enojó, con bronca, perturbado con todo eso. ¿Por qué?
Algunas razones incluyen:
– La incredulidad de las hermanas, aun habiéndoles dicho a ellas que si creyesen, verían la gloria de Dios
– La reacción emotiva de todos, llorando, derrotados delante de la muerte, aunque estaban delante del Autor de la Vida y no Lo reconocían
– Los comentarios de los judíos que cuestionaban si Jesús realmente amaba a Lázaro, visto que “no hizo nada por él”
– El enojo que sintió al ver el estado caído, débil e impotente de las personas delante de la enfermedad y de la muerte, ambas consecuencias del pecado humano
Por eso, con un enojo santo, Jesús enseguida avanzó con convicción y vehemencia para resucitar a Lázaro, mostrando así Su supremacía sobre la muerte.
Claro que todo eso fue una gran enseñanza dejada para nosotros. Tenemos también que tener enojo en el espíritu contra toda incredulidad, contra el sentimentalismo que nos debilita, contra el dudar de Dios, y contra el pecado que nos mata de a poco y al final nos lanza al infierno. Tenemos que creer totalmente en el Autor de la Vida y vencer todo eso.
Aún hoy, no hay solución para la muerte e innumerables enfermedades que afligen la humanidad. Pero como Jesús dijo:
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
¿Usted cree?
¡Entonces reciba VIDA ahí ahora, donde usted está, al leer esto!
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