Débil, flojo, cobarde. Así fue Pilato ante la presión de los líderes judíos. Él, por más incrédulo que fuese, tenía más percepción espiritual de Jesús que la sarta de principales sacerdotes. Aún hoy no es diferente. Hay muchos “incrédulos” que heredarán los cielos, mientras que los religiosos hipócritas crujirán sus dientes en el infierno por toda la eternidad.
El Señor Jesús, a Su vez, si en el capítulo anterior actuó como un león, aquí asume la forma de un cordero camino al matadero. Totalmente consciente de lo que estaba por suceder, Él Se rehusó a defenderse y aprovechar la vacilación de Pilato. Sumiso, voluntariamente dejó que aquella payasada continuase, pues sabía que así había sido profetizado.
Sí, todos aquellos personajes – los soldados que sortearon la ropa de Jesús, los sacerdotes que agitaban al pueblo, Pilato que se lavó las manos, Barrabás que fue liberado, los ladrones que fueron crucificados uno de cada lado, incluso Nicodemo y José de Arimatea que cuidaron el cuerpo del Señor después de la muerte – sin saber, estaban cumpliendo las profecías hechas por los profetas hacía siglos. Por eso Juan menciona tantas veces aquí: “para que se cumpliesen las Escrituras”. Todo formaba parte del plan de salvación que hacía mucho ya había sido concebido por el Padre. Nadie allí tenía poder sobre Jesús. Él mismo Se dejó apresar, juzgar, castigar y crucificar, para tomar mi lugar y el suyo.
El cielo y la Tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán. (Lucas 21:33)
Aunque parezca que el mal está prevaleciendo, siendo más fuerte que Dios en su vida, sepa que Dios puede usar incluso el mal para hacer el bien. Él no causa el mal, sino que usa el mal para transformar situaciones malas en grandes beneficios. Es como José les dijo a sus hermanos, que lo vendieron:
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para salvar la vida de mucha gente. (Génesis 50:20)
¡Quien está dentro de la voluntad de Dios no tiene cómo perder! ¡Si gana, gana; y si pierde, también gana!
Otro breve esclarecimiento sobre los versículos 26 y 27 cuando Jesús pide que Juan cuide a Su madre María. De ninguna manera quiso decir que debemos adorar a María, ni que ella es ahora nuestra madre. Fue una manera cuidadosa de Jesús con la que sirvió de instrumento para que Él viniese al mundo. Un cuidado que todos los hijos tienen que tener con sus madres.
Como una última observación sobre este capítulo, note el papel de la política, del juego de poder en toda esa trama que culminó con las crucificción de Jesús. Desde el inicio de la humanidad, personas malas han ocupado las posiciones de poder en los tronos de este mundo. Necesitamos hombres y mujeres de Dios que tengan el mismo coraje y la osadía para hacer el bien que los hijos del infierno han tenido para hacer el mal.
La muerte, sin embargo, no pudo contener a nuestro Señor por mucho tiempo…
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