El Gran día llegó.
Hoy desde el Santuario Dios envió su Socorro, e hizo de cada persona un Santuario del Espíritu Santo.
¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño. Ese recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de su salvación. Salmos 24:3-5
Dios creó el Altar e instituyó el sacrificio para que nos acerquemos a Él. Su bendición hace que nos volvamos la propia paz, esperanza, definición y fuerza.
La justicia de Dios se manifiesta de distintas formas: en sanidad para los enfermos, en reconciliación para los que enfrentan problemas, y en perdón para el pecador.
Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno. También se dijo: «Cualquiera que repudie a su mujer, que le de carta de divorcio». Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio. Mateo 5:27-32
Adulterar es falsificar y engañar. Más importante que el matrimonio y la familia, es la Salvación de nuestra alma. Él no odia al divorciado, sino al divorcio.
Las conquistas de nuestra familia van a pasar, pero no nuestra alma, ya que es eterna. Por ese motivo, tenemos que valorarla más que cualquier otra cosa.
La persona más prójima a nosotros, es nuestra pareja. Si no le somos fiel a ella, que está con nosotros en todo momento, ¿cómo le seremos fiel a Dios?
Cuando cuidamos de nuestra alma, lo expresamos a través del amor hacia nuestra pareja, familia, amigos, conocidos, etc.
Al acercarnos a una persona, tenemos que averiguar principalmente, a través del hablar y oír, cuál es su proyecto de vida y espíritu (mente, razón).
Cuando sepultamos nuestro pasado en las aguas, pasamos a ser vírgenes y puros ante Sus ojos. A Él no le importa el pasado, sino quién es el rey en nuestro corazón.
Dios nos pide que ahora, en vida, tomemos la decisión de no adulterar nuestra alma. Él quiere que seamos un ejemplo para todo el mundo.
¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6:1-2
Después de ser transformados, seguiremos pecando, pero ya no deliberadamente. El problema está en la codicia: ella hace que paremos y le demos alas a las fantasías y los deseos.
Jesús dejó escrito que arranquemos todo lo que nos quiere alejar del Reino de los Cielos, ya que es mejor perder una parte del cuerpo, y no que el cuerpo entero vaya al infierno.