“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.”
(Efesios 6:13)
La armadura provista por Dios para los ciudadanos de Su Reino es instrumento de ataque y defensa contra las trampas del reino de las tinieblas. La orden es usar toda la armadura de Dios. ¡No solo una parte de la misma! Cada pieza de la armadura de Dios tiene su función específica. Ninguna es más o menos importante que la otra. La falta de una pieza cualquiera puede significar una brecha fatal en la guerra contra el mal.
Ningún soldado va a la guerra solo con una parte de la armadura. Hablo así porque hay cristianos usando activamente algunos elementos de la armadura, pero relajando el uso de otros. Lea Efesios 6:14-17 y medite en los ítems que componen la armadura Divina:
“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.”
Revestidos de esa armadura, tenemos condiciones de resistir en el día malo. Ese día malo viene para todos. Son las tribulaciones, las persecuciones que exigen el máximo de nuestra fe. Resistiendo, no por la fuerza de nuestro brazo, sino por la práctica de la Palabra de Dios, seremos capaces de vencer todo y permanecer inquebrantables.
Nada en este mundo puede dar tamaña resistencia espiritual. Solamente quien construyó su estructura en la Roca, que es Jesús, puede tener la seguridad de que vencerá todo y permanecerá inquebrantable. Ese es el vencedor.
Use toda la armadura de Dios.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo