“Pero el que se gloria, que se glorie en el Señor. Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.” 2 Corintios 10.17-18
Los verdaderos siervos de Dios no quieren ser alabados por los hombres, sino el honor que viene de lo alto. Sabemos que el Altísimo se complace en honrar a sus hijos que le temen.