“Sin embargo, ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir corrección” Jeremías 17.23
El pueblo que vive fascinado con el brillo de este mundo no tiene oídos para atender la Voz de Dios, porque el corazón ya no lo teme. Hay falta de consideración con su Disciplina y sus Leyes.