El era joven. Tenía apenas 19 años. Daniel, un estudiante de derecho que tenía una carrera jurídico brillante por delante, era uno de los profesionales más queridos en la empresa multinacional donde trabajaba.
Sus colegas de profesión admiraban su esfuerzo, compromiso y fuerza de voluntad, típicos de aquellos que están subiendo los primeros escalones en el competitivo mercado de trabajo actual.
Los desafíos no le causaban temor a Daniel. Su vida siempre estuvo presente de ellas. Desde su infancia, él tuvo que acostumbrarse a enfrentar algunos conflictos personas y familiares, principalmente por la separación de sus padres.
A pesar de joven, él vivía solo. Y según sus amigos con quien trabaja, no aparentaba tener problemas con ello.
Sin embargo, algo comenzó a cambiar el comportamiento de Daniel, repentinamente. Él ya no demostraba el mismo entusiasmo con el trabajo tampoco con los estudios. En su semblante había cierta preocupación, pero él no comentaba específicamente el motivo.
El estudiante comenzó a faltar al trabajo y llamaba dando varias excusas. Una vez, dijo que le robaron, y fue a prestar queja a la comisaria.
Cierto día, había vuelto a faltar al trabajo. Esta vez, no llamo ni dio ninguna satisfacción. Hasta que cerca del medio día, sus colegas recibieron una llamada que dejo a todos completamente pasmados.
Al otro lado de la línea, una mujer tenía noticia trágica sobre Daniel. Ella llamaba de un hospital, de donde el cuerpo del joven estudiante de derecho había sido llevado, luego de haberse tirado de un puente – en una zona muy transitada, de la zona sur de la capital paulista.
Lamentablemente, Daniel no resistió a las heridas y murió al instante, al ser atropellado por un camión. Este hecho dejo a sus amigos y colegas de trabajo perplejos. Muchos de ellos se preguntaban si, de alguna forma, podrían haber ayudado al muchacho, o entender lo que ocurría con él, para poder evitar esta tragedia.
¿Sería de verdad posible que alguien pudiera haber hecho algo por Daniel, aunque nadie supiera lo que estaba sucediendo con él? ¿Qué pensamientos tan malos pasaban por la cabeza del estudiante?
Pareja suicida
El último jueves 27 de febrero, una pareja de jóvenes salto de un puente en la provincia de Hubei, en China, sobre el rio Yangtze. De casualidad, la escena fue registraba por un periodista que sacaba fotos de la polución del lugar, exactamente en el momento en que el incidente ocurre (foto de arriba).
En cuestión de segundos, los dos jóvenes fueron llevados por la frió corriente y hasta el momento no fueron encontrados. Dejaron atrás, apenas dos chaquetas negras, una bolsa femenina y un encendedor, además de muchas preguntas sobre lo que lleva a alguien a cometer un acto de esta naturaleza.
Situaciones como la de Daniel y la de los jóvenes chinos nos llevan a tener una idea de lo pesado que ha sido el fardo cargado por algunas personas. La depresión, la tristeza y los diversos conflictos han ahogado el corazón de muchos, que no logran ver otra salida sino poner un ponto final a su existencia.
“No te atemorices ni te espantes”
La Biblia Sagrada nos orienta a ser fuertes y valientes, ante las dificultades. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas. Josue 1:9
La Palabra de Dios también nos indica que pensamientos deben permanecer en nuestras mentes, para que el mal no tome el control: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8
(*) La historia de Daniel es verídica, pero el nombre verdadero del joven fue preservado por respeto a la familia