Todos nosotros tenemos un punto débil, eso es una realidad.
El diablo lucha para descubrir el nuestro.
Cuando lo descubre, ¡invierte todo en este punto débil!
Él aprovechó el momento del hambre, para tentar al Señor Jesús.
“Y vino a Él el tentador, y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.”
¿Ya pensó cuál es el punto débil del diablo?
Así como él invierte en descubrir el nuestro,
debemos también descubrir su punto débil y destruirlo.
El punto débil del diablo es el Altar.
Por eso él intenta mantenernos alejados del Altar.
Él sabe que el Altar es el lugar del sacrificio y de la respuesta Divina.
Él hizo eso con el propio Señor Jesús.
“Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de Mí, Satanás!;
Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios,
sino en las de los hombres.” O sea, ¡el sacrificio en el Altar es de Dios!
Cuando en el Altar,
quedamos en la total dependencia de Dios a través del sacrificio,
es imposible que el diablo no sea vencido.
El sacrificio es toda nuestra vida, pasado, presente y futuro.
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