“He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.”
(Santiago 5:11)
La paciencia de Job no tiene nada que ver con conformarse con el sufrimiento, con las enfermedades y con los infortunios. La paciencia de Job era su firme confianza en Dios. Job no era un conformado. Él pasó por las peores situaciones, sufrimientos, dolores e infortunios; oyó palabras negativas de sus amigos, que intentaban convencerlo de que estaba pasando por un castigo Divino.
Sin embargo, Job no aceptaba. Quería una respuesta para su situación. Era un indignado y no desistiría. Sus amigos intentaban hacer que se conformara, intentaban convencerlo de que estaba sufriendo por haber cometido muchos pecados. Él, sin saber que todo aquel mal era causado por el diablo, quería presentarse delante de Dios para entender el por qué de tanto sufrimiento. Quería encontrar a Dios para resolver su situación, pues confiaba que obtendría la respuesta. “¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No; antes Él me atendería.” (Job 23:6)
Sus amigos religiosos querían que él se acomodara a la situación, lo juzgaban y condenaban, sin, de hecho, ayudarlo. La religiosidad de sus amigos habría destruido a Job, si él no se hubiera mantenido firme y perseverante en su confianza en Dios e indignado contra la situación que vivía. Por su perseverancia, finalmente logró tener un encuentro con Dios y Lo conoció. Conoció también, por su fe, Su misericordia y compasión. “Y bendijo el SEÑOR el postrer estado de Job más que el primero.” (Job 42:12)
Manténgase perseverante en su confianza para alcanzar lo mejor de Dios.
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo