¿Quién nunca pasó por situaciones difíciles en el ambiente de trabajo? ¿Quién nunca soportó las presiones de jefes perfeccionistas; evitó continuar una posible discusión con algún compañero de trabajo, solo para no crear un clima incómodo; o incluso vio a algún compañero de trabajo deshacerse en lágrimas después de que algo le saliera mal?
Hay momentos en la vida en los que dan ganas de gritar y decirles algunos desafueros a ciertas personas. Dan ganas de decir lo que realmente sentimos y pensamos, allí, en ese mismo instante. Pero, por más liberadora que esa actitud pueda parecer, actuar de acuerdo con lo que se siente puede ser un verdadero “suicidio” profesional.
Eduardo Ferraz, consultor en gestión de personas, afirma que “los excesos llaman mucho la atención, principalmente por los efectos colaterales que causan, como la caída de la productividad del empleado”. Tanto las emociones agresivas – como el enojo – como las pasivas – como el desánimo y la tristeza – son extremos que deben ser evitados y controlados.
Tratar mal a los compañeros, con insultos, respuestas groseras y bromas de mal gusto son actitudes que causan situaciones incómodas y perjudican la unión del equipo. “El primer paso es ignorar, estar totalmente ajeno y, con eso, aislar a la persona, para que perciba el impacto de sus comportamientos inadecuados. Si no sirve, será necesario hacer un reclamo verbal ante el jefe y, si el caso fuera grave, por escrito”, aconseja Ferraz.
Las personas agresivas y que desconocen los límites del respeto y de la intimidad causan situaciones de malestar en el equipo y son fuertes candidatas al desempleo. Por otro lado, la tristeza y el desánimo son factores que llevan a la caída de la productividad y, por eso, son peligrosos para el profesional que desea el éxito. Para el consultor, “lo ideal sería entender los motivos, pues nadie se pone apático por nada. Si hubieran motivos relevantes, se debe analizar si es necesario que el profesional reciba vacaciones, descanso, entrenamiento o si el caso es para desligarlo del cargo.”
Mantener el equilibrio emocional, tener una buena relación con los compañeros de trabajo y actuar de forma racional son los elementos psicológicos del profesional exitoso. “Cuando la persona pierde el control con mucha frecuencia y no logra reaccionar más, es recomendable pedir vacaciones o incluso una licencia médica, si fuera el caso de algún disturbio de comportamiento que necesite ser tratado. Cuanto más temprano la persona busque ayuda, mayores serán las chances de controlar el problema”, finaliza Ferraz.
Use la razón para resolver los problemas
La empresaria Tinalha Estrela, de 32 años, también ya sufrió presiones emocionales en el trabajo. “Era empleada y pasé a ser la dueña de una panificadora en la que trabajaba. Debido a una situación de quiebra sufrida, había empleados con sus salarios atrasados, pero el dueño huyó e iba a dejar a todos sin sus sueldos, inclusive a mí. Entonces, me hice cargo de la empresa y asumí la deuda.”
Tinalha cuenta que casi quedó loca debido a la presión de los antiguos empleados, pero logró usar la razón en vez de la emoción y resolver la situación. “Gracias a Dios ya conocía la Universal y tuve fuerzas para continuar la lucha. Los problemas surgen, de todo tipo, pero sigo adelante, pues sé que seré victoriosa aún más de lo que ya soy.”
Si usted nota que está perdiendo el control de sus emociones en el trabajo, ya recibió reprensiones a causa de eso o está teniendo dificultades de relación con sus compañeros, existe un camino para cambiar esa historia: participe de una reunión en la Universal. Encuentre un templo más cercano a su domicilio accediendo a www.universal.org.ar/direcciones