“No tengo ganas de arreglarme desde que fui abusada. Mis amigas dicen que yo era linda, pero parece que perdí algo que no encuentro cuando me miro al espejo. ¿Qué debo hacer? Por favor, ayúdeme.” – Amiga.
Respuesta:
Muchas mujeres cargan en sí las marcas del abuso proyectadas en esa reacción emocional, con consecuencias físicas y pasan a rechazarse de tal manera que no encuentran fuerzas o motivos para arreglarse y cuidarse físicamente.
¿Se acuerda del espejo? Él definitivamente es su enemigo, porque va a reflejar la imagen de alguien que usted no quiere ser: una mujer desarreglada, con ropa larga, sin combinar, con el cabello descuidado, la piel reseca y un semblante caído y sufrido.
Usted no se valora más. No se aprecia y a través de su apariencia intenta mostrarle al mundo que desistió de la vida. Automáticamente, los que están a su alrededor pasan a verla de la misma manera: no porque de hecho no tenga belleza o valor, sino porque usted misma se ha desvalorizado.
Cuando está cerca de otras mujeres que, muchas veces, ni siquiera son lindas, pero que se cuidan, usted se siente aún más inferior, sin entender que eso ha sido una elección suya. No significa que las demás sean más lindas que usted, sino que usted se preocupa mucho menos por ser tan linda como ellas.
Eso sin hablar de la falta de cuidados en su salud: o se entrega a los placeres de los alimentos calóricos, come sin control, acumulando un peso excesivo o se autodestruye, con una alimentación débil y se vuelve anémica.
Sea cual fuere la variante, la verdad es una sola: usted se ha impuesto ese tipo de comportamiento y ha reflejado así lo que está dentro suyo, una entrega pasiva al sufrimiento.
Su mente está enclaustrada. Es el momento de enfrentar la realidad: usted no necesita andar desarreglada, tener una vida descontrolada y mostrarle al mundo que fue abusada y que aún sufre por eso.
Usted puede retomar las riendas de su vida, pasar a amarse y valorarse. Invertir en su apariencia, cuidar su salud y reinventarse para este mundo.
Su agresor no merece que usted pase una vida entera sufriendo los efectos colaterales del abuso.
Enfrente la realidad: usted no es feliz así. No vive en paz con su apariencia. No se siente realizada en la sociedad. Entonces, ¿por qué continuar de esa forma si el poder para cambiar está en usted?
El primer paso es admitir que su apariencia actual fue una elección suya, pero que ahora usted decide tomar una nueva decisión de vida y cuidarse. El segundo paso es comenzar ese cambio ya: mírese al espejo. ¿Qué le falta? Un corte de cabello moderno, arreglarse las cejas, una sombra, un labial, ropa nueva? Cambie algo en usted en este minuto y continúe durante toda esta semana.
Acuérdese de la belleza de las aves y de los lirios: “… ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26)
(*) Respuesta retirada del blog de Cristiane Cardoso