El documental “Ants: Nature’s Secret Power”, producido por los biólogos Bert Hölldobler y Edward Wilson, mostró, en el 2013, la complejidad que hay en cada hormiguero.
Muchas personas ven el cono de tierra que está sobre el suelo y creen que ese es el hogar de las hormigas. Sin embargo, una investigación realizada en Brasil y divulgada en el documental citado encontró un sistema de túneles y galerías construidos por las hormigas que llegan a los 8 metros de profundidad, cubriendo un área de 50 metros cuadrados.
Para construir el hormiguero, los pequeños insectos movieron 40 toneladas de tierra. Construyeron lugares reservados para guardar hojas – que servían de alimento para los hongos de los cuales las hormigas se alimentan – basureros, para descartar lo que no sería utilizado. El hormiguero tenía “avenidas” principales y pequeñas vías conductoras, todas interconectadas, las que resultaban en varias salidas a la superficie.
Como se puede ver en la imagen, el hormiguero es más complejo de lo que se puede imaginar.
Personas y hormigas
Como los hormigueros, las personas son más complejas de lo que los ojos pueden ver. Cuando se trata de sus problemas personales, por ejemplo, vemos solo la “punta del iceberg” cuando en realidad, deberíamos analizar más a fondo la situación.
Según explica la escritora Cristiane Cardoso, “como somos y actuamos hoy es el resultado de las experiencias pasadas, pero eso no significa que tenemos que cargarlas toda la vida”.
En su blog, Cristiane Cardoso da un ejemplo: “usted ha luchado contra la automutilación, pero, si no trata de entender cómo comenzó todo, el porqué hace eso, cuáles son las consecuencias físicas y emocionales de esa práctica – no pondrá un fin a eso”.
Esto significa que la automutilación es solo un síntoma, en este caso. Para que el mal sea realmente eliminado, es necesario encontrar la causa de la enfermedad. Y eso, casi siempre, tiene raíces espirituales.
El conferencista Renato Cardoso explica que para solucionar definitivamente los problemas, es necesario “que tratemos de entender nuestro camino, así conoceremos las raíces de nuestros problemas”.
Para él, sin embargo, “lo que dificulta, infelizmente, es el dolor de reconocer esas raíces. Muchas veces, no queremos dar el brazo a torcer y admitir nuestras malas raíces. Es más cómodo y agradable para nosotros simplemente culpar a los demás por nuestros fracasos y encontrar excusas en circunstancias externas para justificar nuestros problemas”.
Es decir: hay que descender al fondo del hormiguero. Hay que conocer todos los caminos y galerías, y no conformarse con entender la poca tierra que hay arriba de la superficie. Pues, “a medida que descubrimos las raíces de ciertas actitudes y comportamientos, podemos entonces lidiar con ellas y cambiar nuestras reacciones en el presente y para el futuro.”
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