“Cásese con la persona que la ayudará en el baño”, (en inglés, “Marry the person who will help you to the bathroom”), es el curioso título de un artículo publicado en el periódico estadounidense The Washington Post, que cuenta la experiencia de Neely Steinberg, una mujer de 37 años (foto), al pasar por una cesárea dolorosa para dar a luz a su primera hija, después de dos años de matrimonio.
“La recuperación de una cesárea no es agradable. Durante todo el tiempo que pasamos en el hospital, mi marido fue la única persona, muchas veces durante la madrugada, que enfrentó el helado suelo del baño conmigo”, cuenta Neely.
A pesar de haber sido una fase difícil, ella garantiza que la experiencia profundizó el amor que siente por su marido, Dave. “Nunca olvidaré la forma en la que Dave me ayudó a ir al baño. Él me tomaba de las manos mientras yo intentaba levantarme de la cama. Él repetía las palabras ‘despacio, despacio’ mientras caminaba conmigo hasta el baño”. Ella cuenta que su marido la ayudaba en todo lo que necesitaba. “Pensé, esta es la razón por la que me casé con este hombre. No fue por su fabulosa cabellera, o por sus hermosos ojos (aunque todo eso fuera un bonus). Fue por su gentileza, su corazón bondadoso, su naturaleza generosa, cosas que me confirmaron que sería bueno para mí”.
Para Neely, la química en la relación es fundamental, pero es la mitad de la ecuación. “La persona indicada es la que le apoya en sus objetivos profesionales, en sus necesidades físicas y emocionales. Eso es mucho más importante que un salario alto, las ambiciones, los títulos o un cuerpo perfecto”, afirma.
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“Después de estar ocho años separados, volvimos a estar juntos”
Elena Olivari veía que la historia de sus padres se repetía en su vida amorosa. Ella se casó pensando que tendría una vida diferente, pero después de un tiempo, él se volvió alcohólico. “Pasamos muchas necesidades, me agredía verbalmente y yo lo sacaba a empujones de la casa para proteger a mis hijos. Él se caía y dormía en el piso. Por esta situación llegué a pensar en matarme, porque mi padre había sido alcohólico y golpeador, lastimaba a mi mamá, una vez le dio 8 puñaladas y se salvó porque se arrastró y pidió ayuda. Él terminó preso y mi mamá lo iba a visitar, cuando salió, regresó con él. Vivíamos en la miseria, a los 14 años me fui a trabajar porque no soportaba la situación y en ese momento estaba viviendo lo mismo, encima mi esposo nos abandonó a mí y a mis hijos”, relata.
Ella encontró la solución a sus problemas en las charlas de las que participó en la Universal, después de perseverar durante diez años, su esposo la buscó porque necesitaba ayuda y quería volver con la familia. “Él fue transformado, si bien tuvo recaídas hasta que dijo basta y cambió completamente. Ahora tenemos amor, paz y unión, incluso avanzamos económicamente”, afirma Elena sonriendo.
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