¿Qué recuerdos guardamos de nuestra infancia? ¿paseos realizados en familia? ¿regalos recibidos en fechas especiales? ¿lo amorosos que eran nuestros padres y como nos hacían sentir protegidos? O ¿las peleas que presenciábamos de ellos?
¿Hasta qué punto situaciones como esas interfieren en la información de nuestra identidad?
Recuerdo una ocasión, cuando tenía cerca de 4 años, en que me desperté una noche, y mis padres no estaban en casa. Ellos habían salido y nos dejaron – a mis hermanos y a mí – durmiendo solos. Mi mamá le había pedido a una vecina que nos mire, si nos despertábamos.
Cuando yo me desperté y vi que estaba sola, sin mis padres, me desesperé. Yo era muy pequeña, pero aquel día sentí la sensación de abandono. Me asusté, tuve miedo. Y aunque la vecina me llevó a su casa cuando escuchó mi llanto, esa sensación de que estaba desprotegida me acompañó.
Algunas actitudes de los padres quedarán registradas en la memoria y harán con que sus hijos las recuerden en el futuro. Si esos recuerdos serán positivos o negativos, dependerá de la postura que los padres adopten delante de sus hijos en diversas situaciones.
De acuerdo con la psicóloga, conferencista y escritora Olga Tessari, los hijos nacen con una especie de pantalla en blanco: los que van llenando esa pantalla son los padres, de acuerdo a cómo les presenten el mundo. Más allá de eso, ellos tienen la misión de educar, enseñar valores, conceptos, lo que está bien y lo que está mal, etc. En otras palabras, el comportamiento y las actitudes de los padres colaboran, y mucho, en el desarrollo de la personalidad de sus hijos y en relación a lo que él será en el futuro.
Seguridad- Debido a la vulnerabilidad del niño, es fundamental que los padres le trasmitan seguridad. Él necesita sentirse protegido. Son esos momentos que él recordará. De las veces en que buscó refugio en los padres y lo encontró o no. De los días en que se despertó en medio de la noche con miedo y la madre tomó sus manos y estuvo a su lado hasta que se durmiera nuevamente. O tal vez, recordarán cómo la madre se enojó por haberla despertado en medio de la noche.
Atención- Seguramente, su hijo recordará sus buenas reacciones. La paciencia que usted tenía y lo atento que era cuando lo bombardeaba con aquel montón de preguntas sin coherencia. O simplemente si lo espantaba alegando estar ocupado y que no podía perder tiempo con tonterías de niños. “Es fundamental que los padres se organicen para que puedan dar la atención que sus hijos exigen. Eso es necesario para que el hijo se sienta amado, protegido y pueda seguir evolucionando emocionalmente”, resalta la psicóloga. Juegos, diálogo y, sobretodo, ser ejemplo, son formas de hacerlo sentir protegido y seguro.
Relación de los padres- El niño que crece viendo a sus padres peleando tendrá una visión alterada sobre el matrimonio. Y, probablemente, será el tipo de persona con verdadera antipatía al matrimonio, por el simple hecho de que la única referencia que él tuvo sobre la vida de pareja fue extremadamente traumática. Y en el caso que llegue a casarse, las chances que su relación sea un reflejo de la de sus padres, serán inmensas.
Cuando él ve en los padres complicidad, amor, respeto, armonía, seguramente deseará construir también una relación como la de sus padres. “Los padres necesitan entender que un buen matrimonio es una de las mejores formas de educación y estabilidad financiera, emocional, física y psicológica que una persona puede tener”, afirma Renato Cardoso, escritor y conductor del programa The Love School, casado hace 24 años con Cristiane Cardoso.
Elogios y críticas – Recuerdo que mi mamá siempre le cantaba a mi hermana una canción que decía así: ” Oh cosita tan linda…”. Pero, cuando ella me cantaba la misma canción a mí, cambiaba la palabra “linda” por “gordita”, y lo que yo pensaba sobre eso era que mi madre creía que yo no era linda. No recuerdo haber recibido elogios en esa etapa de mi vida, pero sí recuerdo que mi hermana los recibía.
Según Olga Tessari, la tendencia del niño es siempre radicalizar, para ellos es 8 u 80. “Si los padres le sonríen, por ejemplo, él se siente amado, pero si los padres le hacen cara fea, él piensa que ellos lo odian”. No es necesario elogiar a todo instante y tampoco significa que las críticas no pueden existir. “Pero es fundamental que los padres le señalen los errores a sus hijos con amor, cariño y respeto, para enseñarle a que aprenda a través de los errores que él comete”, enfatiza. Lo importante es que haya equilibrio, señalar los errores sin dejar de elogiar las cosas que hacen bien.
Recuerde: No son las palabras que usted le dijo en la infancia las que recordará, pero seguramente no se olvidará de los ejemplos de carácter, conducta y comportamiento que vio en usted toda la vida. Son esas cosas que estarán registradas en su memoria.
Vale resaltar, que los niños son excelentes observadores.
Si usted desea mejorar la relación con sus hijos, no deje de participar este domingo a las 9:30 h en Av. Corrientes 4070- Almagro (Buenos Aires, Argentina).
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