Probablemente usted elogia a las personas. Les dice cuando están lindas, que son maravillosas, inteligentes, aprecia las cualidades de ellas y se asegura de exponerlas. Pero, ¿y a usted? ¿Se lo dice también?
Eso debería ser un hábito. Y es precisamente ese pensamiento el que un padre pretende trasmitirle a su hija al incentivarla a decirse a sí misma palabras positivas.
Él hizo un video con ella, que se viralizó en las redes sociales.
Traducción del video:
-¿Vamos a tener un día realmente bueno?
-Sí
– ¿Vamos a ser positivos?
-Sí
– Di: Soy fuerte
– ¡Soy fuerte!
-Soy inteligente.
– ¡Soy inteligente!
– ¡Bien! Yo me esfuerzo.
– Yo me esfuerzo.
– Soy linda
– ¡Soy linda!
– Yo me respeto
– ¡Yo me respeto!
– Di: no soy mejor que nadie.
– ¡No soy mejor que nadie!
– Nadie es mejor que yo
– ¡Nadie es mejor que yo!
– Soy increíble
– Soy increíble.
– Soy genial.
-Soy genial.
– ¿Cuál es tu nombre?
– Allyah Austin
– ¿Y si te caes?
– ¡Me levanto!
– ¿Y qué eres?
– Bendecida.
– Muy bien, toca mi mano, dame un beso y vámonos.
Las palabras tienen poder, seguramente ya escuchó hablar sobre eso. Eso es tan cierto que hay un versículo en la Biblia que habla sobre cómo el poder que hay en ellas beneficia el cuerpo y recompensa a los que las usan correctamente.
“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” Proverbios 18.20,21
¿Y qué es el “fruto de la boca” si no son las palabras?
Es algo tan serio que el propio Señor advirtió que la boca habla de la abundancia del corazón (Lucas 6:45). ¿Y cómo desea hablar palabras positivas si no alimenta su interior?
Escuche lo que su Padre dice
Si usted escucha, medita en las Sagradas Escrituras, que es la Palabra de nuestro Padre Celestial, su corazón estará lleno de cosas positivas. No será difícil hablar bien de sí mismo y de los demás. Parece simple, y realmente lo es. Lo “complicado” sería que no todos están dispuestos a alimentar su espíritu con la Palabra. Se llenan de palabras negativas, alimentan malos pensamientos sobre sí mismos, aceptan el peso de los comentarios de que no son capaces, no son lo suficientemente buenas, no lo lograrán, que son inferiores.
Muchas veces las personas están cansadas, desanimadas y no tienen idea de por qué sucede eso. ¿Le hará falta escuchar palabras de fe?
Pero, ¿cómo escuchará si usted no se dedica a leer la Biblia?
Usted sabe que su cuerpo necesita alimentarse todos los días, y se esfuerza para eso. La misma necesidad tiene su espíritu, y así cómo su cuerpo, si usted le da alimento de buena calidad, esto se hará visible. ¿Y qué alimento sería mejor que la Palabra del propio Dios?
Que usted no esté feliz consigo mismo, que los pensamientos de inferioridad lo bombardeen y usted no encuentre fuerzas para reaccionar, es el resultado de lo que le ha dado a su espíritu.
Cambie el alimento que usted le ha dado y verá el resultado.
“Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia.” Salmos 49:3
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