“Quiero recibir el Espíritu Santo, pero mi voluntad es mayor. Noto que, a veces, le doy más importancia a las cosas materiales que a las espirituales. Sé que no está bien, que Dios necesita estar en primer lugar en mi vida, pero, en la práctica, no sé seguir las enseñanzas para tenerlo. Por favor, ayúdeme. ¿Cómo debo proceder?” – Amiga.
Respuesta:
Amiga, ¿de qué sirve desear el Espíritu Santo si aún quiere insistir en su propia voluntad? ¿Por qué usted huye de lo que le hace frente? O, ¿porqué huye de lo que es verdadero? Si quiere al Espíritu Santo, debe tener conciencia que se exige, antes que todo, una flexibilidad para aprender lo que fuere necesario.
Mas vale aprender que sacrificar. ¿De qué le sirve dar todo, sin ser flexible para aprender? Sea humilde.
(*) Respuesta retirada del blog de Viviane Freitas
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