Escuchar hablar sobre el “León de la tribu de Judá”, no es ninguna novedad para muchos cristianos. Pero, todos los que escuchan esta expresión ¿Piensan en su verdadero significado?
En algunas culturas, el león siempre fue visto como símbolo de fuerza, valentía, valor, nobleza, -y a veces, de peligro. Presentes en los blasones de reyes, escudos, armaduras de guerreros, y en banderas. No es en vano, que sea conocido como el “rey de los animales”, por estar en la cima de la cadena alimentaria en las regiones que habita.
En los tiempos bíblicos, no fue diferente. Jacob profetizó sobre sus hijos, que generarían las tribus que formarían a Israel. Sobre Judá dijo:
“Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos.” (Génesis 49:8-10).
El patriarca ya mostraba que prevalecería. De la tribu de Judá nació David, el rey guerrero que subyugó ejemplarmente a los enemigos de Israel. De hecho, todos los hermanos (las tribus), obedecían a Judá. Tal cual un león, despertaba respeto y temor.
Sin embargo, no fue solo eso lo que Jacob quiso decir. Su profecía iba mucho más allá en términos de tiempo e importancia. De la descendencia de Judá y de David, vendría otro rey. Así como entre los animales feroces y nobles el león está en el primer lugar, entre todos los monarcas del mundo está el propio Mesías: el Señor Jesús. Y no fueron solo las palabras de Jacob allá en el Génesis que dijeron esto, sino también las de Juan, mucho después, en el Apocalipsis, sobre el Fin de los Tiempos:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apocalipsis 5:1-5)
De la raíz de David, de su descendencia y de su tribu Judá, provino Aquel que venció la propia muerte, presente personalmente para liderar el Juicio Final y mostrar a aquellos que gozarán de la Vida Eterna junto a Él, con Dios, la fuente de todo el verdadero poder.
Por lo tanto, es comprensible que el mayor símbolo de fuerza y bravura de los tiempos de la Biblia haya sido utilizado para demostrar el mayor poder entre todos de los que ya existieron o existirán.
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