Jesús envía siete cartas a las iglesias. En cada iglesia, Él determina, dice lo que va a suceder con los vencedores.
A fin de cuentas, la vida eterna comienza aquí en la tierra, dependiendo de la elección que cada uno hace. No elegimos venir al mundo, pero tenemos derecho de elegir adónde queremos vivir la eternidad.
“Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”, (Apocalipsis 2:7).
“El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”, (Apocalipsis 2:11).
“Al que venciere, le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”, (Apocalipsis 2:17). Si usted es un perdedor, no va a comer el maná escondido.
“Al que venciere y guardare Mis obras hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones…”, (Apocalipsis 2:26).
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de Mi Padre, y delante de sus ángeles.”, (Apocalipsis 3.5).
“Al que venciere, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo.”, (Apocalipsis 3:12).
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en Mi trono, así como Yo he vencido, y me he sentado con Mi Padre en Su trono.”, (Apocalipsis 3:21).
Si usted no está venciendo, usted es el único responsable. Jesús jamás va a exigir algo que nosotros no podamos cumplir. Aquellos que son nacidos de Dios vencen al mundo.
Mientras hay vida, hay condición de vencer.
¿Qué ha hecho con esa fe que está adentro de usted?
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