Hay un refrán popular que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Este dicho hace referencia al poder de influencia que tienen muchas personas sobre otras.
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” 1 Corintios 15:33
La realidad es que no se puede preservar la mente pura si se establecen vínculos insanos y se proliferan los diálogos banales y maliciosos. Lamentablemente, muchos cristianos han entregado su integridad en bandeja de plata a cambio de una amistad que no les aporta nada bueno a sus vidas.
Los temas que se abordan en las “malas conversaciones” provienen del mal, así como le sucedió a Eva en el Edén. El diablo se le presentó con una pregunta sutil, ella le respondió y, por haber mantenido el diálogo, el pecado entró en la humanidad.
Desde ese momento en el jardín del Edén hasta los días de hoy, Satanás ha utilizado a determinadas personas para corromper a los hijos de Dios. Él conoce bien el poder que tienen las conversaciones y también cuán influyentes pueden ser las amistades.
Sea cauteloso
Otro refrán, también muy popular, dice: “Mejor solo que mal acompañado”.
Sea cauteloso. No piense que será un agente de cambio positivo para sus malas amistades. Porque, en realidad, es mucho más fácil que las personas negativas y maliciosas corrompan a los correctos, que estos las ayuden a cambiar.
Por lo tanto, ¿cómo han sido sus amistades? Cuando está con ellas, ¿lo edifican espiritualmente o lo destruyen?