Usted debe recordar los tiempos de la escuela, cuando todos se reunían para jugar y armaban los equipos. Dos capitanes comenzaban a elegir a los jugadores, alternando entre sí. “Fulano, vení”, decía uno. “Beltrano, para acá”, decía el otro. Todos aguardaban con la expectativa de estar entre los elegidos. Claro, los mejores eran llamados primero, y los peores, quedaban últimos. A veces, algunos ni eran elegidos y quedaban afuera, esperando que alguno se lastimase.
Pasado un tiempo, los rechazados no iban más. Siempre encontraban una excusa o algo para hacer. La vergüenza de quedarse afuera y el sentimiento de rechazo garantizaban su ausencia.
Claro que, a primera vista, no fueron elegidos. Pero, en realidad, fueron ellos quienes no se eligieron. Se excluyeron cuando decidieron no entrenarse, cuando no mejoraron su juego. La responsabilidad fue de ellos.
La vida también es así, es una competencia total, no una institución de caridad. Usted no puede esperar que le traigan las cosas en bandeja, tiene que ir tras ellas, buscar la forma de lograrlo y hacer méritos.
Todo el mundo quiere ser elegido, no solamente llamado. Queremos ser apreciados en el aula, en el trabajo y en la familia. Los solteros quieren ser elegidos por alguien especial y ponerse de novios, tener una relación exclusiva con esa persona y finalmente casarse. “El (o ella) me eligió”, es uno de los mejores sentimientos que alguien puede tener.
Pero lo que sucede con mucha gente es que ellas mismas se excluyen. No entienden que nosotros somos los primeros que tenemos que elegirnos. Si yo no me elijo, si no me creo digno o capaz de recibir alguna cosa buena, ¿por qué me elegiría alguien?
Usted puede: no competir más, no intentar más porque se cansó de ser ignorado o decidir mejorar y aprender con los que están mejor que usted. Infelizmente, muchos solteros eligen lo primero. Viven excluyéndose y culpando a terceros por su soledad.
Alguien dijo: “El 80% del éxito es comparecer”. Si comparece, puede ser que por un tiempo no lo elijan. Pero si no lo hace, nadie sabrá que usted existe y nunca será elegido.
Elíjase.
Su matrimonio era un desastre
Nadia y Juan tenían muchos problemas en su pareja. “Mi esposo me maltrataba, peleábamos y había golpes. Yo vivía nerviosa y me descargaba con mis hijos. Aguanté muchas cosas. En dos o tres oportunidades me fui de casa por unos días, pero siempre volvía, porque lo amaba y quería arreglar las cosas”.
Juan reconoce que sus vicios habían provocado los problemas. “Era adicto a la cocaína y a la marihuana y tomaba alcohol. Era un hombre violento, golpeador, les hice pasar muchas humillaciones a mi esposa y a mis hijos. Un día, cansado, dije que no quería estar más así y busqué ayuda”.
Cuando se acercaron a la Universal, lucharon, perseveraron y gracias a Dios todo cambió. “Hoy en casa hay diálogo, paz, nos preocupamos por el otro, en casa hay amor. Cuando recibimos el Espíritu del Amor nos transformamos en una familia”, afirma Nadia, a lo que Juan añade, “hoy mis hijos me ven como ejemplo, no tengo palabras para agradecer lo que Dios hizo por mí. Vale la pena participar de la Terapia del Amor”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
[related_posts limit=”17″]