Dios dijo que la persona es justificada, santificada, purificada, o sea, libre de sus pecados solamente a través de la fe. No hay otra manera. No hay caridad, no hay buenas obras, no hay tiempo en la Iglesia, no hay rezos, no hay nada en este mundo que pueda justificarlo delante de Dios.
Cuando usted manifiesta la fe, es atendido por Dios, independientemente de sus errores, de sus fallas, de sus pecados. Pero la fe para tomar posesión de las bendiciones divinas tiene que ser ejercitada. Es un intercambio que usted hace cuando Le presenta algo físico a Dios, y recibe algo espiritual de parte de Él.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.”, (Mateo 16:24). Para que usted niegue su carne tiene que manifestar la fe, porque nadie niega su carne para hacer la voluntad de Dios si no es por la fe. Si usted quiere alcanzar el Reino de Dios, tiene que sacrificar su yo. La fe obliga a la persona a sacrificar su cuerpo para salvar su alma.
Jesús dijo así: “El Reino de los Cielos es tomado por violencia.”, (Mateo 11:12). O sea, usted no toma posesión del Reino de los Cielos viviendo su vida de forma normal, usted tiene que guerrear para tomar posesión de su Salvación eterna. Eso es lo que prueba que usted está creyendo. Si usted no actúa así, ¿cómo va a creer en Aquel al que está invocando? La fe es el sacrificio de lo que vemos, por lo que queremos.
Abraham venía buscando un hijo por más de 80 años y cada día que pasaba, más difícil se hacía. Finalmente, a causa del poder de Dios, él tuvo fuerzas, su mujer tuvo fuerzas, y dieron a luz a un niño. Cuando Isaac llegó a los 6 o 7 años de edad, Dios Se le apareció a Abraham y le dijo: “Mira, Abraham, quiero que viajes tres días desde aquí, que vayas al Monte Moriah, y que sacrifiques a ese hijo para Mí.”. Abraham iba a intercambiar a su hijo por las promesas de Dios, porque sabía que, aun siendo Isaac sacrificado, Dios iba a poder resucitarlo, pero él no iba a negar su fe. ¿Es locura? Es locura para los que se pierden, pero para nosotros es el poder de Dios. Pero la fe es esa, que usted deje de confiar en algo físico, para confiar en algo espiritual como hizo Abraham.
Él llevó a su hijo hasta el Monte Moriah, hizo lo que Dios le había pedido, y Dios le dijo: “No le hagas nada a tu hijo, porque ahora sé que temes a Dios.”, (Génesis 22:12). Entonces Dios juró bendecir a Abraham y a toda su descendencia, solamente porque Abraham transfirió lo que era físico para recibir lo que era espiritual, que era la Promesa.
Usted no está viendo aquí la concreción de sus sueños, porque es la Promesa, es la Palabra, y Dios es la Palabra, Jesús es la Palabra. Cuando usted cree, se embaraza de lo que Dios prometió. Y a su debido tiempo, sean 9 meses o no, no importa el tiempo, da a luz.
Si Dios lo prometió, si Él puso la certeza dentro suyo, tiene que saber una cosa: usted no morirá sin dejar de ver esa promesa cumplida en su vida. Es eso lo que hace que la persona tenga éxito en la vida, porque carga esta certeza: “Dios está conmigo. No importan los problemas que estoy enfrenando, no importan mis enemigos, ¡no importa nada! Porque sé que allá adelante Dios me va a dar la victoria”.
Si usted quiere cambiar de vida, tiene que sacrificar su yo por la voluntad de Dios. Si no hay sacrificio, no hay respuesta, cuanto más sacrificamos, más Dios nos bendice. Ese es el secreto.
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