Para responder a esta pregunta, hagamos otra, pero a la inversa: ¿Cómo le gustaría a usted que fuera su hija? Intentando ver las cosas de esa forma, siendo sincera consigo misma y analizando si sus actitudes y comportamientos corresponden con lo que usted esperaría de su propia hija, ya debe haber descubierto lo que necesita hacer o cambiar.
– Una hija amorosa, sabe demostrar cariño;
– Una hija atenta, dialoga y sabe oír;
– Una hija cuidadosa, atiende las necesidades de sus padres;
– Una hija que reconoce cuando está equivocada, sabe pedir perdón;
– Una hija valora a sus padres;
– Una hija dice la verdad;
– Una hija ayuda;
– Una hija confía, obedece, y respeta a sus padres.
Y para terminar, la característica principal:
– Una hija guarda la fe, honra y teme a Dios por sobre todo.
¡Una hija que posee esta última característica, con certeza poseerá todas las anteriores! Es más, ¡quien posee esta última característica será excelente en todo lo que haga, esté donde esté! Quien honra a Dios por sobre todas las cosas, hace Su voluntad y guarda Sus mandamientos. Si no estamos siendo buenas hijas para con nuestros padres terrenales, ¿acaso lo estamos siendo para con nuestro Padre Celestial? ¡Piense en esto!
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