Era un día común de trabajo para Moisés. Pero mientras apacentaba al rebaño de su suegro, un hecho volvió ese día extraordinario. Él vio una zarza que ardía en llamas, pero no se consumía. Moisés consideró eso como una maravilla. Lo que él no sabía aún es que esa maravilla era Dios:
“Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob.”
(Éxodo 3:4-5)
El obispo Clodomir explica a continuación por qué motivo Dios le pidió a Moisés que se sacara las sandalias de los pies, y destaca que todos aquellos que realmente quieren ver la grandeza del Padre en sus vidas, necesitan tener ese entendimiento.
Lea a continuación y comprenda la razón de ese pedido:
“’Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés!’(Éxodo 3:1-4).
Dios conocía a Moisés por su nombre, Él lo conoce a usted por su nombre, él sabe quién es usted, Él sabe cuál es su nombre, Él conoce todos sus secretos, Él conoce cada uno de nuestros pensamientos y sentimientos, nuestros anhelos, nuestras necesidades, nuestras flaquezas y debilidades. Él sabe detalle por detalle todo a nuestro respecto. No hay ninguna indiferencia de Su parte para con nosotros, para con nuestras luchas, para con nuestros conflictos interiores, para con nuestros desafíos, para con nuestros sueños. No hay ninguna indiferencia de parte de Dios y, un detalle, por mayor que sea su problema o su desafío, eso no cambia nada en Él.
Él sigue siendo grande, sigue siendo Dios, sigue siendo Señor.
Su problema puede ser grande para usted, su desafío puede ser grande para nosotros, pero, ¡para Él no! Para Él no hace ninguna diferencia un nombre, el tamaño, la gravedad, el tiempo, ¡No hace la mínima diferencia!
“¡Moisés, Moisés!Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.”(Éxodo 3:4-5).
Dios es Santo, no es cualquiera, Él es Santo, Santo. Tiene que haber temor, reverencia, respeto y obediencia. Si usted realmente quiere ver Su grandeza en su vida, usted tiene que tener ese entendimiento.
Y cuando Él le pidió a Moisés que se quitara las sandalias de los pies, era para que él colocara su ser a disposición de ese Dios que descendió, ¡Él descendió, Él desciende!
Y Él Siendo quién Es, desciende, ¡desciende! Y se manifiesta en la vida de quien también desciende, cuando la persona se vacía.
No todo el mundo se saca las sandalias de los pies, no todo el mundo quiere sacarse las sandalias de los pies por Dios. Pero ya se las sacó por alguien, ya se las sacó por los espíritus, por una religión, pero no quiere sacarse las sandalias de los pies delante del Santísimo, no es ni del Altísimo, sino del Santísimo.
En ese caso mi amiga, mi amigo, usted no puede esperar que nada de Su parte suceda en su vida, porque usted no se colocó en Su dependencia.
Dios le dijo, Moisés “quita tu calzado de tus pies (…) Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Dijo luego el Señor: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel…” (Éxodo 3).
“… una tierra buena y ancha…”, es decir, grande.
“… tierra que fluye leche y miel…”,abundancia.
Ponga eso en su mente. Dios no lo llamó a usted, o, no lo convirtió en uno de Sus escogidos, para que sea un creyente más, para que usted sea un evangélico más, un religioso, o para que dentro de su casa o en su lugar de trabajo, discuta opiniones con respecto a Dios con las otras personas queriendo imponer su fe, no es eso.
Lo que el Espíritu Santo quiere es manifestarse de tal manera en su ser, en cada área de su vida, en cada aspecto de su vida, de tal manera, que no necesite decir nada.
Es lo que viene sucediendo en todo el mundo con respecto al Templo de Salomón, que el Espíritu Santo levantó. Solo de ver el Templo desde afuera y solo al enterarse de este Templo, las personas se quedan admiradas, maravilladas, perplejas. Y personas de todo el mundo cada semana, día tras día, semana tras semana desde que el Templo se inauguró. Personas de todo el mundo, algún extranjero llega para contemplar el Templo.
Pero Dios quiere hacer eso con usted, porque el Templo es un montón de piedras, Él quiere hacer eso en su vida. ¿Usted cree eso? ¿Sí o no?
Porque cuando Él desciende, lo hace para hacer algo extraordinario. Dios no desciende para cualquier cosa, Él no desciende para resolver un problema, sino que desciende para hacer algo que huye de la razón humana.
Hoy la Iglesia Universal del Reino de Dios es una nación, no es solo una denominación, es una nación, y constituida, en su cuerpo, de pastores ex, solo ex problemáticos; personas por las que nadie da nada, pero Dios descendió.
Como descendió en la zarza, descendió en nosotros y Él quiere descender en usted, en su vida para volverla grande, para convertirlo a usted en una persona diferente, su vida en una vida diferente, ¿amén?
No es solo para resolver algunos problemas, ¡no, no, no! Es para cambiar su historia de vida. La historia, ¡cambio de historia!
Y Él va a cambiar la historia de su vida”, concluye el obispo Clodomir.
Dios descendió a aquella zarza para comenzar algo extraordinario en la vida del pueblo hebreo, a través de Moisés. Y eso es lo que sucede cada vez que Él desciende en la vida de alguien, no es para resolver solo un problema, sino para realizar lo imposible, en la vida de todos los que manifiesten la fe en Él.
La Hoguera Santa es la oportunidad para que usted vea ese cambio de vida que siempre soñó. El monte Sinaí es el Altar natural de Dios en la Tierra, hacia donde se llevarán los pedidos de los que participen de esta campaña de fe. Sepa cómo participar en una Universal más cercana a usted.
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