Mujeres unidas, más seguras, valoradas y relajadas. Ese fue el clima que sobresalió entre las participantes del encuentro del proyecto Rahab en el Finsbury Park, Londres, capital de Inglaterra. El día de campo, propuesto por la coordinadora del grupo local, Nanda Bezerra, fue realizado recientemente en uno de los días de la reunión de Rahab, en pleno verano londinense.
El objetivo central del evento fue, principalmente, brindar un espacio agradable y confortable a las participantes del grupo, para que no se preocuparan por nada más que su propio bienestar. Las voluntarias del grupo ofrecieron masajes relajantes mientras que las participantes descansaban de la habitual rutina de sus vidas y compromisos profesionales y familiares.
La voluntaria Chris Boodram condujo las dinámicas de relajación y anti estrés. Ella destacó la importancia de tener un tiempo dedicado para sí mismo a fin de reponer las energías y también ser capaz de darle lo mejor a sus seres queridos. Después de la breve explicación, se hizo un ejercicio de relajación, y todas fueron invitadas a imaginarse en un lugar agradable y especial.
Unión de mujeres
El objetivo fundamental del Rahab es ofrecer ayuda psicológica y emocional a las mujeres que sufren violencia doméstica y familiar. Muchas de las mujeres que llegaron al grupo lastimadas y sin coraje de pedir ayuda – antes consideradas víctimas – hoy son ejemplos de supervivencia y avanzan; aprendieron a superar la historia de violencia.
Una de las líderes locales del grupo, Appollonia Hango, quien superó una historia de violencia en su matrimonio, dijo que eventos como esos le permiten a las integrantes conocerse entre ellas e intercambiar experiencias de vida, en un ambiente muy agradable.
“Nuestro día de campo también atrajo mujeres que no son de Rahab y paseaban por el parque. Se mostraron interesadas en saber de qué se trata y expresaron el deseo de formar parte del grupo”, cuenta Appollonia.
La modista Annely Bolonha, de 33 años, que participa hace algunos meses en Rahab, también estuvo en el encuentro; lo consideró muy divertido y un momento para relajarse e interactuar con las demás mujeres.
“Lo que más me gustó del grupo es que podemos hablar sobre nuestras experiencias sin ser juzgadas. Uno puede llorar y tener un hombro amigo. Puede reír, jugar y ser simplemente como es. Con el grupo, aprendí a amar, a valorarme y valorar a los demás”, enfatiza Annely.