Esta enfermedad espiritual genera grandes problemas en la vida de una mujer y puede comprometer la eternidad de su alma
¿Ya te deparaste con la amargura o con alguna persona que conviva con este sentimiento? En general, la amargura puede identificarse por el comportamiento brusco o los comentarios y las murmuraciones delante de cualquier situación. Sin embargo, ¿cuál es su raíz?
En Hebreos 21:15, podemos leer lo siguiente:
“Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados…”.
Muchas personas tienen la facilidad de querer tanto el perdón como la comprensión de Dios y de los demás, pero acostumbran ser rígidas con otras personas, como si ellas no merecieran tolerancia.
Las personas muy justas, aquellas a las que les cuesta dejar pasar la falta de los demás, principalmente delante de pensamientos diferentes, no logran tener paz con todos y, ante situaciones de insatisfacción, se vuelven amargas.
Las mujeres que son rígidas tienden a querer llevar la vida sin ninguna flexibilidad, pero ignoran que, en la práctica, hay cuestiones que son imprevisibles y que las personas están sujetas a equivocarse. Este desequilibrio entre el mundo idealizado por ellas y la realidad vivida puede generar amargura, tristeza e insatisfacción.
Aunque ese disgusto haya surgido por algo pequeño, puede producir resultados desastrosos en la vida espiritual, en caso de que no sea rápidamente eliminado. La amargura impide que la persona sea salva y la lleva hasta el infierno, porque ciega sus ojos y le impide escuchar a Dios, dejándola como víctima en una total oscuridad.
El Altísimo sabe todo, por eso, no hay necesidad de cambiar cosas, personas o situaciones, porque Él hará lo que debe ser hecho. De esta manera, la mujer que Lo mira a Él aprende a desconsiderar e ignorar muchas situaciones.
Lamentablemente, muchas mujeres no logran tener esa postura y se vuelven murmuradoras y desagradables. ¿Alguna vez hablaste con alguien que solo se quejaba y veía todo con malos ojos? Probablemente, esa persona tiene su interior sucio y, por eso, se volvió maquiavélica en todo lo que dice y siente.
Para salir de la amargura, la mujer debe reconocer lo que realmente hay en su interior, arrepentirse, confesar y nacer de Dios. Tal vez no te volviste mala, pero las raíces de amargura han crecido dentro de vos. Entonces, cortalas, limpiate de todos los pensamientos y sentimientos contrarios, y buscá estar bien con todos, porque es tu eternidad la que está en juego.