Muchos ponen a personas y cosas antes que la Salvación. Hay casos, por ejemplo, en los que ponen al trabajo, al matrimonio, a las amistades y a los deseos antes que su comunión con Dios. Son obstinadas, pero hay una diferencia entre la persona obstinada y la perseverante. La obstinada sigue permanentemente su querer, incluso sabiendo que eso no es de Dios, por eso, ignora Su Voz y persiste en el error. En cambio, la perseverante sabe cuando algo es de Dios e insiste en ello.
Es necesario que persevere en la voluntad de Dios y ofrezca su vida como ofrenda para que, de esta manera, tenga una vida transformada, así como Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Mateo 6:33.
Cuando la persona escucha la Palabra de Dios, las cosas suceden en su vida de manera natural y prospera en todo lo que hace. Esto es lo que Dios quiere: que sea una bendición. Él no quiere que busque bendiciones puntuales, sino que busque ser la propia bendición. El alma que tiene la dirección del Espíritu Santo comprende eso y quiere la bendición de acuerdo con la voluntad de Dios.
Es importante entender que, al recibir al Espíritu Santo, usted se vuelve más realizada y su alma se llena de paz. Si sigue los pasos del Altar y usa su fe con inteligencia, verá qué quiere Dios para su vida.
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