«Por tanto, habiendo sido justificados por la Fe, tenemos Paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo…» Romanos 5:1
Por medio de Jesús, confesándole nuestros pecados y aceptando Su perdón, perdonándonos y perdonando a los que nos ofendieron, esta trinidad del perdón nos hace tener Paz con nosotros mismos, con Dios y con los demás.
Satanás odia la Paz, porque Jesús es el Príncipe de Paz. Cuando tenemos a Jesús como Rey y Príncipe en nuestro corazón y en nuestra vida, tenemos Paz.
Toda persona que tiene Paz es equilibrada y paciente, soporta, permanece, porque está en paz, tranquila y confiada. También tiene paciencia, sabe esperar, sabe que, una vez que concluya su parte, Dios hará la de Él. En otras palabras, como sembró, sabe que vendrá el proceso de germinar, de crecer y dar fruto, de madurar y cosechar, por eso no está ansiosa, no está afanada.
En la sociedad en la que vivimos, todos están ansiosos, por eso debemos combatir la ansiedad, porque es la enemiga n.º 1 de la paciencia. Lo que las personas más necesitan no es una formación, una información o una oportunidad, sino paciencia. No saben esperar, quieren todo en el momento, se vuelven ansiosas y desequilibradas, terminan reaccionando de manera indebida con su pareja, con sus padres, con su familia o con las demás personas que las rodean. Observe lo que dice el versículo 2 de Romanos capítulo 5:
«… por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes…» Romanos 5:2
Cuando usted está en Paz, se pone firme, porque su fe está limpia, no tiene dudas, ansiedad, miedo ni nerviosismo. La fe, que produce certeza, lo hace estar firme. Vea que una persona inconstante, indefinida, no es firme.
¿Por qué le falta firmeza? Porque le falta definición.
¿Por qué falta definición? Porque le está faltando fe.
¿Por qué le está faltando fe? Porque le está faltando obedecer la Palabra de Dios.
¿Cuál es el problema? El problema es que está faltando Paz. La fe sin paz es desequilibrada. Luego dice así:
«… y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce Paciencia…» Romanos 5:2-3
Dios permite que nosotros, aun sirviéndolo, siendo personas de bien, honestas, fieles en las primicias, considerados con el prójimo, pagadores de nuestros impuestos, cumplidores de nuestros deberes espirituales y civiles, suframos tribulaciones y críticas. Aunque busquemos hacer todo como es debido delante de Dios y de los hombres, las personas malintencionadas siempre querrán encontrar algo para criticarnos, juzgarnos, amenazarnos, impacientarnos, irritarnos, robarnos el equilibrio y desviarnos del camino hacia la derecha —religiosidad, fanatismo— o hacia la izquierda —incredulidad, soberbia, ateísmo, malicia, desconfianza—, que es el otro extremo.
La fe inteligente no tiene nada que ver con religiosidad, iglesia, gurú o líder espiritual, sino con Dios y con oír la Palabra de Dios. Si yo digo que soy de Dios y hablo de Dios porque conozco la Biblia, pero soy mentiroso, corrupto, envidioso, soberbio, guardo rencores y me aprovecho de la gente, ¿qué tengo de Dios? Solo la Biblia, nada más. Mi carácter revela que soy un religioso, un fanático, no un hijo de Dios.
Jesús dijo que los incrédulos van a la izquierda. Estamos hablando de extremos, estamos hablando de la falta de Paciencia, porque la persona sin Paciencia es religiosa, fanática, incrédula, soberbia, atea, desconfiada, maliciosa. Desconfía hasta de sí misma, ve maldad en todo; hasta la propia familia la evita. No tiene problemas, es problemática, porque le falta Paciencia, y le falta Paciencia porque le falta fe, porque le falta obedecer la Palabra de Dios, por eso no tiene Paz y termina robándoles la paz a los que forman parte de su vida, sea en el trabajo, en la iglesia, en la universidad o en la sociedad. Dios no quiere esto para nosotros.
La razón por la cual usted está leyendo este mensaje es porque Dios quiere que desarrolle la Paciencia. Cuando usted está bien espiritualmente, incluso en las tribulaciones y en las dificultades tiene Paciencia, porque su conciencia está en Paz. Esta Paz es la que el mal quiere devorar como un león; él le tiene pavor a esta Paciencia que proviene de la Paz y de la fe que tenemos en Jesús.
Este mensaje hace que los demonios y sus hijos crujan los dientes y echen espuma por la boca, porque lo hace pensar y ser independiente. El mal no quiere eso, porque sabe que, cuando pensamos como dicen las Sagradas Escrituras, no dependemos de nadie, ni siquiera de las circunstancias, sino de Dios y de nosotros; y los que están a nuestro alrededor y hasta nuestros enemigos son beneficiados. Por ejemplo, nosotros, de la Iglesia Universal, que ayudamos a muchos necesitados todos los meses sin saber quiénes son, lo hacemos para Dios. Son católicos, espiritistas, ateos, adictos, cumplidores o no de sus deberes, pero ese no es nuestro problema, nosotros obedecemos lo que está escrito y somos bendecidos, podemos ayudar. Observe lo que dice el versículo 4:
«… y la paciencia, carácter probado…» Romanos 5:4
Es carácter, no son palabras, no son pensamientos, no es blablablá, son hechos, es un carácter probado.
«… y el carácter probado, esperanza…» Romanos 5:4
El mal sabe que una persona que asume la fe recibe al Espíritu de la Esperanza, que no le permite estar indefinida, no le permite decir: «¿Voy o no voy? ¿Hago o no hago?». La persona ansiosa es así y pierde oportunidades porque se queja del pasado, se preocupa por el presente y no se enfoca en lo que debe, en sus obligaciones como pareja, como padre, como ciudadano, como cristiano. De esta manera, termina hiriendo a las personas que la rodean, empezando por su círculo familiar.
La persona sin Paciencia no tiene esperanza, y una persona sin esperanza se enferma de ansiedad. Todo lo que pasa en nuestra sociedad tiende a hacernos ansiosos, es todo para ayer. Entonces dice así:
«… y la esperanza no desilusiona…» Romanos 5:5
La persona que tiene esperanza no será desilusionada, no se frustrará, porque está establecida, no come de la mano de nadie, no espera por nadie, depende de sí misma y de Dios.
«… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.» romanos 5:5
El Espíritu Santo es el Espíritu de la Esperanza, es el Espíritu del Amor, de los cuatro tipos de Amor. No es lo que vemos en las redes sociales, no tiene nada que ver con el corazón, la emoción, el sentimiento o los besos; el Amor proviene de la fidelidad, del sacrificio, de la entrega, de la confianza y de la esperanza.
Por eso el mal odia el Amor, la Paz, la Fe y la Paciencia, porque todo lo que es contrario a estas cosas nos hace vulnerables. Lo contrario a la Fe es la duda; lo contrario al Amor es el rencor, el odio, el egoísmo; lo contrario a la Esperanza es la desesperanza. Todo lo que es contrario lo hace ir de un lado al otro, tambaleándose, y nadie fue creado para andar así. Fuimos creados para andar derechos, mirando hacia delante, esa es nuestra estructura, la cual tiene un significado espiritual. Sin embargo, hoy hay personas que andan tambaleándose y están lastimándose o lastimando a otros.
Aunque diga que está solo y no perjudica a nadie, usted también forma parte de la vida de otras personas; está en un país, en una nación, en el planeta Tierra, forma parte de mi vida y yo formo parte de la suya. Si no le gusta o no está de acuerdo con lo que se está hablando, es otra cosa, cada uno tiene libertad de pensamiento, pero lo que estoy diciendo está basado en la Palabra de Dios.
Haga un autoanálisis y pregúntese si su corazón está lleno del Espíritu Santo, porque, si lo estuviera, no estaría desilusionado. Si le está faltando Esperanza, pregúntese a sí mismo por qué: «¿Traicioné, fui indisciplinado, mentí, murmuré?». Tiene que buscar dentro de usted el motivo por el cual le está faltando esperanza, por el cual su carácter no es probado. Si no conociera la Verdad o no estuviera buscando a Dios se entendería, pero usted conoce la Verdad y Lo está buscando. Puede haber cometido muchos errores, no haber tenido una familia ejemplar o no haber tenido buenos ejemplos, pero con Dios aprendemos todo, Él nos enseña a alimentarnos, a vestirnos y a comportarnos en todos los sentidos: espiritual, matrimonial, familiar, sexual y laboralmente. No obstante, debemos ser humildes y aceptar, hacer este autoanálisis de la conciencia.
No es para condenar, Dios no nos ha enviado a Su casa para condenarnos, sino para que seamos transformados, para que escuchemos Su Palabra y seamos transformados. ¡Lo mejor de usted aún lo desconoce! Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro interior y es derramado en nuestros corazones, nos llena de Esperanza y esa «esperanza no desilusiona».
Si usted está descreído, desilusionado, desanimado, frustrado, nosotros no, nosotros tenemos Esperanza, incluso ante las dificultades, los desafíos y las frustraciones, porque tenemos Fe. Nuestra Fe nos hace pacientes y, aun en las tribulaciones, no murmuramos ni culpamos a nadie de nuestros problemas, seguimos confiando y creyendo que Dios hará lo que no podemos, porque lo que podemos lo hacemos nosotros.
Vea lo que está escrito en los versículos 35 y 36 del capítulo 10 de Hebreos:
«Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa…» Hebreos 10:35
«Obispo, no tengo clientes, no tengo trabajo, no tengo formación universitaria, soy huérfano de padre y madre, nunca fui feliz en el amor, mi novio me abandonó en el altar…», Dios nunca abandona, está escrito: cuando confiamos, tenemos una gran recompensa. Las personas pueden no haberlo recompensado o valorado, quizás su hijo al que crio con tanto amor ni lo llama para preguntarle si necesita algo, pero su recompensa no viene de los hombres, sino de Dios.
Usted que es cristiano hace muchos años y ha ayudado a personas que nunca le dieron las gracias, no espere recompensa de hombres, Jesús dijo que los que esperan recompensa de hombres no recibirán la recompensa de Dios. Nosotros somos los que decidimos si vamos a esperar la recompensa y el reconocimiento de los hombres o si vamos a esperar la recompensa Divina. Por experiencia personal le digo que todas las veces que el hombre intentó recompensarme me frustré, pero, cuando no esperé nada, el Señor me honró y me sorprendió.
«Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la Voluntad de Dios, obtengáis la Promesa.» Hebreos 10:36
Promesa es el cumplimiento de lo que Dios Prometió, es decir, la recompensa. Hay un precio. ¿Dios cobra por Sus bendiciones? Dinero no, pero sí confianza, esperanza y fe. Sé que, cuando escuchamos la palabra cobrar, la asociamos mentalmente a lo económico. Dios no necesita nada y nunca necesitará, porque es autosuficiente, pero Él nos cobra, nos exige que cumplamos los Mandamientos. Cuando cumplimos los Mandamientos, Él cumple con el «pago», nos recompensa como si fuera un «pago»: «Confiaste, fuiste paciente, aquí está tu recompensa». Lindo, ¿verdad?
Obispo Júlio Freitas