Los años pasaron, pero los problemas son los mismos. El desánimo viene y las ganas de orar, ayunar y esperar son cada vez menores. Ya se fueron las fuerzas, la esperanza casi no existe más. Hay malos pensamientos que van y vienen. La desesperación golpea fuerte y así la fe se deshace.
Esta es la realidad de algunos “cristianos” que, de alguna manera, no se convirtieron realmente, no se abrieron para lo nuevo, para la renovación de la mente.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
La resignación
Sucede un problema o una situación, aparentemente no hay solución. Entonces, la oración es la solución. Pero aun así no viene la respuesta. El desánimo aparece y la oración no es más la misma. Así, el cristiano comienza a conformarse con el problema y a tratarlo como a una mascota, que ya forma parte de la familia.
El versículo 2 comienza exactamente enfatizando sobre eso: “No os conforméis a este siglo…”
El camino más fácil es conformarse en vez de luchar. Como la respuesta no viene en el momento deseado, lo mejor es tratar al problema como algo con lo que se debe vivir.
Pero la Palabra dice que no se conforme, o sea, luche, no desista en medio del camino. La bendición puede estar a un paso o a mil kilómetros, pero, independientemente de la distancia, es necesario caminar y conquistarla. Eso no será posible si hubiera conformismo.
El cambio
Algunos piensan que la transformación citada es exterior. Pero no lo es. La Palabra dice: “… sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”
Renovar el entendimiento, la mente, es ir más allá de sus fuerzas, de sus preceptos, de sus dificultades humanas.
Si el problema apareció, oró, pero nada sucedió, es necesario hacer una evaluación: ¿Qué está sucediendo? ¿Qué estoy pensando en relación al problema? ¿Será que tengo que tener otra postura? ¿Cambiar alguna actitud? A partir de eso, la renovación de la mente comenzará a suceder.
Renovar la mente no depende exclusivamente de una posición cristiana de arrodillarse, tener fe y orar, sino también de tener actitudes de fe en favor de la bendición. Recuerde: nada cae del cielo, nadie golpea su puerta para ofrecerle el mejor empleo.
De esta manera, usted tendrá condiciones de recibir lo que Dios reserva, en el tiempo determinado por Él.
La conquista de la bendición
“… para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
El último fragmento enfatiza que solamente después de dejar de conformarse con las cosas de la manera que son, de transformar su mente con nuevos pensamientos, será posible experimentar lo mejor de Dios.
Es necesario entender también que Él hace que vivamos lo que es bueno, agradable y perfecto según Su voluntad. Por eso, quien ora, no desiste de la bendición, estará cada vez más cerca de lo que Él quiere darle, que es lo mejor para cada uno de Sus hijos.
[related_posts limit=”7″]